La peor inundación en la historia de EE. UU.
“Luego el dragón trató de ahogar a la mujer con un torrente de agua que salía de su boca; pero entonces la tierra ayudó a la mujer y abrióla boca y tragó el río que brotaba de la boca del dragón” (Apocalipsis 12:15, 16, NTV).
¿Qué puede ser peor que mirar hacia arriba y ver una pared de agua que viene hacia ti a una velocidad de 65 kilómetros por hora? No mucho. Si esto sucediera en el mar o en la playa, aunque muy impactante, sería lógico; pero ¿en las montañas? Impensable. Sin embargo, eso es exactamente lo que ocurrió el 31 de mayo de 1889 en Johnstown, Pensilvania. El dique de South Fork, en el río Conemaugh, cedió y envió, a través del corredor del estrecho valle montañoso, un muro de agua de 23 metros de altura y 800 metros de ancho. Moviéndose como un tsunami, el agua arrasó cinco ciudades y llegó hasta Johnstown; y esta, inundada, se transformó en un gran lago que se expandió hacia los pequeños pueblos que la rodeaban, destruyéndolos. En total, murieron 2.209 personas.
Todo comenzó con las fuertes lluvias de esa primavera y, el 30 de mayo, una violenta tormenta arrojó entre 15 y 20 centímetros de agua (entre 150 y 200 litros por metro cuadrado). Los arroyos se inundaron y el río Conemaugh subió a un nivel peligroso detrás de la represa de South Fork. A las 10 de la mañana siguiente, el agua ya estaba a una peligrosa distancia de 30 centímetros del borde superior de la represa. Las rejillas del aliviadero estaban obstruidas con árboles y escombros, lo que hizo que el agua subiera aun más. El centro del dique comenzó a debilitarse peligrosamente. Los trabajadores intentaron apartar los escombros de las rejillas del aliviadero. Cavaron zanjas en la ladera para desviar el agua y luego echaron más tierra en la represa con la esperanza de que esto ayudara a reforzarla. Pero, no fue suficiente y ya era demasiado tarde. A las 15:10, la intensa presión del agua adicional en el embalse fue excesiva. El dique, finalmente, se derrumbó; inundó todo con 20 millones de toneladas de agua y causó daños por un valor de 17 millones de dólares (unos 2.000 millones de dólares actuales).
Afortunadamente, una nueva organización llamada Cruz Roja Americana, dirigida por Clara Barton, se puso a trabajar de inmediato para socorrer a los heridos. La ayuda a las víctimas llegó desde todo el país, así como desde otros 18 países.
Al enemigo nada le gustaría más que destruir al pueblo de Dios con una ola de tentaciones o tragedias. Las lluvias de las pruebas nos han estado azotando durante milenios, haciendo que a veces se rompan nuestros diques espirituales y comencemos a ahogarnos. Pero tenemos un Salvador que derramó su sangre para sanar tus heridas.