
Un reflejo de la bondad de Dios
“Que su conversación sea siempre amena y de buen gusto. Así sabrán cómo responder a cada uno” (Colosenses 4:6).
Conozco a jóvenes que encuentran la forma de mostrar amabilidad incluso en situaciones desafiantes, brindando amor y comprensión a quienes encuentran. Mediante sus acciones demuestran que la bondad no es simplemente una virtud, sino un reflejo de la naturaleza amorosa de Dios. Pero ¿qué implica reflejar la bondad de Dios día a día?
La gracia de Dios. La práctica de la bondad comienza con la comprensión de la gracia de Dios hacia nosotros. Efesios 2:8 nos recuerda: “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe. Esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios”. Nuestra bondad hacia los demás es un reflejo de la gracia de Dios en nuestra vida.
Palabras y acciones amables. Proverbios 16:24 asegura: “Panal de miel son las palabras amables: endulzan la vida y dan salud al cuerpo”. La bondad implica usar palabras amables y realizar actos de amabilidad, reconociendo que nuestras palabras y acciones pueden traer sanidad y esperanza.
Respuestas llenas de amor. La bondad se evidencia en cómo respondemos a los demás, incluso en situaciones difíciles. Encontramos un consejo en 1 Pedro 3:8: “En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes”. Responder con amor y compasión refleja el corazón de Dios.
La bondad es un reflejo de la naturaleza amorosa y compasiva de Dios. Vemos que la bondad implica extender amabilidad, responder con amor y reconocer la gracia que hemos recibido de Dios. Ojalá hoy decidas cultivar la bondad y reflejar la gracia de Dios a todas las personas con quienes interactúes.
Oración: Padre celestial, ayúdame a cultivar la bondad en mi vida.