
Integridad en la adversidad
“Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1, RVR 1960).
Ser conocido como alguien que es “perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” es sorprendente. Así describe la Biblia a Job, un hombre que enfrentaría una serie inimaginable de pruebas y adversidades. Su historia nos enseña valiosas lecciones sobre la integridad en medio de la adversidad.
La integridad de Job no se basaba en su prosperidad o comodidad. Antes de enfrentar las pruebas, su carácter ya estaba arraigado en el temor de Dios y la evitación del mal. Esto nos recuerda que la integridad no es condicional, sino un fundamento sólido en nuestra relación con Dios. Aunque Job enfrentó pérdidas devastadoras y sufrimientos intensos, no maldijo a Dios ni se apartó de él. Mantuvo su integridad, confiando en que Dios era fiel y soberano, incluso en medio de la aflicción.
La vida de Job nos desafía a vivir con integridad, sin importar las circunstancias que enfrentemos. Nos anima a mantenernos firmes en nuestra fe en Dios, incluso cuando las cosas se vuelven difíciles. ¿Cómo aplicar estas lecciones en nuestra vida? Debemos basar nuestra integridad en nuestra relación con Dios. Esto significa temer a Dios y apartarnos del mal en todas las circunstancias. Además, debemos perseverar en la adversidad. Cuando enfrentamos pruebas, recordemos el ejemplo de Job. Mantengamos nuestra fidelidad a Dios y confiemos en su soberanía, sabiendo que él tiene un propósito en cada situación.
La historia de Job nos desafía a vivir con integridad, independientemente de las circunstancias. Que podamos arraigar nuestra integridad en nuestra relación con Dios y ser testigos de lo que significa confiar en él en todo momento. Que nuestra vida refleje la fidelidad y la soberanía de nuestro Dios.
Oración: Padre, ayúdame a arraigar mi integridad en mi relación contigo y a confiar en tu soberanía en todo momento.