
Dominio propio
“La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual; que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa, sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no conocen a Dios” (1 Tesalonicenses 4:3-5).
Este pasaje nos recuerda que Dios nos llama a vivir en pureza y honradez en todas las áreas de nuestra vida, incluida la sexualidad. Esto implica ejercer control sobre nuestro cuerpo y nuestros deseos, y evitar cualquier forma de inmoralidad. La cuestión de la masturbación es un tema delicado y, aunque la Biblia no aborda este tema de manera directa, ofrece principios que pueden ayudarnos a reflexionar sobre la pureza y el autodominio en nuestra vida sexual.
El fruto del Espíritu Santo incluye el “dominio propio” (Gálatas 5:22, 23). Este fruto es esencial para vivir una vida cristiana equilibrada y honrosa. El dominio propio nos permite resistir las tentaciones y mantenernos fieles a los principios bíblicos, incluso en áreas como la sexualidad. Mateo 5:28 nos enseña: “Pero yo digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón”. Aunque este versículo se refiere a la lujuria, nos recuerda la importancia de cuidar nuestros pensamientos y deseos.
La masturbación puede surgir de la lujuria, y es importante considerar si nuestras acciones están alineadas con los principios de pureza de la Biblia. Romanos 8:1 nos asegura: “Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús”. Ante nuestras luchas y debilidades, es esencial recordar que en Cristo encontramos perdón y gracia. Si hemos luchado con la masturbación, podemos acudir a Dios arrepentidos, confiando en su misericordia.
La reflexión sobre la masturbación desde una perspectiva bíblica nos insta a buscar la pureza y el autodominio en nuestra vida sexual. Nos recuerda que somos llamados a vivir de manera honrosa y que el autodominio es un fruto del Espíritu, vital en nuestro caminar cristiano. Encontramos consuelo en la gracia y el perdón de Dios. Recordemos siempre que él está dispuesto a ayudarnos a vivir en conformidad con sus designios para nosotros.
Oración: Guíame, Padre, por caminos que honren tu voluntad y tu diseño para mi sexualidad.