
«Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas» (Génesis 5:22, RVR 1960).
La vida de Enoc es una inspiración y un misterio. En un mundo que se alejaba de Dios, Enoc eligió caminar en íntima comunión con él. Profundicemos en la relación de Enoc con Dios y en las lecciones que podemos aprender.
La Escritura nos dice que Enoc «caminó… con Dios». Esto va más allá de una mera creencia teórica. Habla de una relación viva y continua con el Creador del universo. ¿Cómo podemos cultivar una relación de intimidad con Dios en medio de las distracciones y los desafíos de la vida? ¿Se te ocurre alguna idea?
Enoc caminó con Dios durante trescientos años. Su devoción no fue una ráfaga pasajera, sino una constante en su vida. La consistencia en la devoción es clave para lograr una comunión más profunda con Dios.
La vida de Enoc fue un testimonio poderoso en medio de una generación que se alejaba de Dios. ¿Te suena? Nuestra consagración y nuestra devoción pueden ser un testimonio de la realidad de Dios en un mundo que busca otras cosas.
La Escritura nos dice que Enoc «un día desapareció porque Dios se lo llevó». Su íntima comunión con Dios tuvo una recompensa única y extraordinaria. Vivir cerca de Dios puede transformar nuestro destino de maneras que superan nuestra comprensión.
Oración: Dios de comunión y cercanía, anhelo caminar como Enoc, en íntima comunión contigo.

