Efecto manada
«Todo aquel que no se arrodille y adore a la estatua, será arrojado inmediatamente a un horno encendido» (Daniel 3: 6).
EN 1951, EL PSICÓLOGO SALOMÓN ASHCH LLEVÓ A CABO UN experimento para comprender el poder de influencia que ejercen los grupos. En una sala con seis actores y un participante voluntario, propuso una prueba que consistía en mostrar a todos dos tarjetas con líneas. Los observadores debían señalar las líneas que tuvieran un tamaño correspondiente en las tarjetas.
En las primeras pruebas, todos respondieron correctamente. En las siguientes, el primer actor respondió incorrectamente a propósito y fue seguido por los demás. En algunos casos, solo el voluntario era quien contestaba correctamente, sin embargo, en la mayoría de las veces, ya avergonzado, e incluso dudando de sí mismo, contestaba estando de acuerdo con los demás. La prueba se repitió con varios grupos y el 70% de los voluntarios respondieron incorrectamente, cediendo a la presión implícita del grupo. Esta reacción de los voluntarios se conoce como «efecto manada».
Los amigos de Daniel y todos los demás cautivos judíos en Babilonia fueron obligados, bajo un decreto de muerte, a inclinarse en adoración ante la estatua de Nabucodonosor. A diferencia del experimento, los amigos de Daniel no siguieron a la «manada», sino que decidieron obedecer firmemente los mandamientos de Dios.
¿Cuántos de nosotros muchas veces nos dejamos llevar, abandonando? ¿Nuestras convicciones por el simple deseo de pertenecer a un grupo o por el miedo de no seguir a la multitud?
El mundo necesita personas con la misma firmeza moral de carácter que los amigos de Daniel.
TÚ NO ERES UNO MÁS. Puedes marcar la diferencia estés donde estés. Si la presión para desobedecer a Dios es fuerte, no tengas miedo. Resiste. Dios estará de tu lado. EL TE AYUDARÁ A SER FIEL.