El ángel de Owkwa – parte 2
“Después de estas cosas derramaré mi espíritu sobre toda la humanidad: los hijos e hijas de ustedes profetizarán, los viejos tendrán sueños y los jóvenes visiones” (Joel 2:28).
El ángel volvió a hablarle al jefe de la tribu y esta vez le cambió el nombre a Owkwa, que significa “gran luz”. La gente se acostumbró a ver a su líder entrar en trance, quedar sin habla, sin vista y sin aliento. En ocasiones, también tenía sueños nocturnos en los que el ángel lo instruía en las verdades bíblicas para enriquecer su comprensión de Dios y le daba principios de salud para mejorar la vida de todos.
El ángel le explicó los pasajes de Apocalipsis, y le mostró escenas como la larga fila de los redimidos en el cielo. Años después, el nieto de Owkwa recuerda que su abuelo le decía que en el cielo “el tigre y el cordero se echaban juntos” (los tigres eran animales comunes en la jungla de Guayana, considerados muy peligrosos). El ángel le enseñó a Owkwa varias palabras y frases en inglés, como Santa Biblia, aleluya, Nueva Jerusalén, Padre celestial, nuestro cuerpo es un templo, Satanás, tristeza o juicio. El ángel también le habló a Owkwa sobre el juicio final y las siete plagas finales.
Hasta que se construyó una iglesia, Owkwa prestó su casa para adorar a Dios en el séptimo día de la semana. El ángel le explicó que el día santo de Dios comenzaba al anochecer del sexto día y duraba hasta el anochecer del séptimo día. “Es tiempo santo –le dijo el ángel–, nadie del poblado debe trabajar”. En el séptimo día, comían comidas sencillas, porque demasiada comida los adormecía. Daban seguimiento al ciclo semanal atando seis nudos en una cuerda, y luego haciendo un nudo grande en el séptimo día.
Bajo el liderazgo del Jefe Owkwa, todo cambió. La gente se bañaba, lavaba las verduras antes de comer y comenzaron a mantener el poblado limpio, tal como el ángel les había dicho que debían hacer. Un día, un misionero de nombre Ovid E. Davis oyó hablar de la aldea que esperaba el regreso de Cristo. Al mismo tiempo, en la aldea escucharon hablar de Davis y le enviaron un mensaje pidiéndole que fuera a enseñarles más. Fue un viaje peligrosísimo, pero su amor por los indígenas y por el Señor impulsó a Davis a emprenderlo. Davis les enseñó la Palabra de Dios y algunas canciones cristianas. Murió en ese lugar a causa de la fiebre de aguas negras, y los indígenas lo enterraron y cuidaron sigilosamente su tumba.
Continuará…