Yo hago todas mis escenas de acción
“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”
(Juan 10:10).
No hay nada más genial que caminar por el borde de un acantilado. Y sí, me puedo dar el lujo de decir que hablo por experiencia propia.
Desafortunadamente, tenía once años la última vez que practiqué rápel y bajé de una altura de casi 30 metros, así que estoy seguro de que dentro de poco llamaré a mi amigo Tom (conocido por hacer rápel en montañas, en la torre de agua local, en el edificio de alguna universidad o donde sea) para que me señale el precipicio más cercano. Afortunadamente, vivimos en una zona montañosa, así que, ciertamente es posible que lo haga.
Vivir en el límite me resulta emocionante. Cuando veo el anuncio de una película de acción, tengo que admitir que independientemente de cuán ridícula sea la trama, o aun sabiendo que gran parte de lo que ocurre es un montaje generado por computadoras, una parte de mí anhela volver a ver el mundo desde un ángulo de 90 grados. Hay cosas que no creo que haría, como por ejemplo remar en canoa sobre una cascada, pero en el fondo quiero saltar abismos en motocicleta, clavar espadas en la ladera de una montaña y esquivar bolas de fuego.
Bueno, exagero un poco. Aunque lo de las bolas de fuego tal vez lo haría. Soy bueno saltando, así que con toda seguridad podría dar saltos acertados bastante bien. No soy exactamente lo que podría llamarse un entusiasta de los deportes extremos (esquiando no soy malo, pero tampoco soy buenísimo), pero me encanta ver el mundo desde todos los puntos de vista que pueda.
En una ocasión, estaba sentado en una canoa que se estaba hundiendo (aunque apenas en medio metro de agua) en el río Amazonas, y de repente me espanté al pensar que mi cámara pudiera mojarse y perder para siempre las más de mil fotos que acababa de tomar. Nada me emociona más que tomar una cámara o videocámara y capturar el mundo que me rodea (por cierto, tomé una foto fantástica de nosotros empujando la canoa de regreso).
Hace poco leí que casi todas las películas más taquilleras tienen al menos una explosión en algún momento. Todas estas películas aprovechan ese sentido innato en nosotros de que fuimos creados para algo más que lo meramente mundano.
Así que, tal vez todos tenemos algo que nos liga a nuestro destino. ¿Estás listo para ver hacia dónde te lleva Dios?