Ser bueno hace bien
“Dichosos los compasivos, porque Dios tendrá compasión de ellos” (Mateo 5:7).
Es posible que hayas escrito alguna vez una carta a tus padres o a tus abuelos. O una tarjeta acompañada de un regalo para desear un “feliz cumpleaños” a un amigo.
En tiempos bíblicos, era común que las personas escribieran cartas, ya que no había equipos electrónicos ni Internet para enviar sus mensajes. El apóstol Pablo envió una carta muy hermosa a Filemón. En esta, el apóstol estaba pidiendo ayuda, no para sí mismo, sino para otra persona. ¿Sabes para quién? Onésimo. Conoce su historia.
Este hombre había hecho algo malo. Era una especie de esclavo de Filemón, pero se había escapado de la casa de su amo llevándose lo que no le pertenecía. Más tarde, se arrepintió de lo que había hecho y fue completamente transformado por Dios, por lo que Pablo lo envió nuevamente a la casa de Filemón.
Quien cambió la vida de Onésimo fue Dios. Convirtió a un ladrón y mentiroso en una persona honesta y auténtica. Pero ¿sabes a quién usó para que eso sucediera? Al apóstol Pablo.
Dios también quiere que seamos usados para ayudar a nuestros amigos de la escuela, vecinos, parientes y tantos otros a conocer más acerca de la Palabra de Dios.
Sigue el ejemplo del apóstol Pablo: sé misericordioso. Te darás cuenta de que ser bueno es muy bueno.