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Una vida pura
“¿Cómo puede el joven mantener limpio su camino? Viviendo conforme a tu palabra” (Salmo 119:9).
Una noche, en las montañas de Perú, después de que el grupo se había dispersado, Owen y yo nos quedamos conversando junto a la fogata, que todavía chisporroteaba. Fue allí, bajo un cielo lleno de estrellas que parecían escuchar, que Owen se abrió y me contó una historia que me impactó. Él y su novia estaban en ese punto donde las relaciones se ponen a prueba, y ella estaba insistente, sugiriéndole ir más allá. Pero Owen, que siempre ha sido un joven que honra lo que siente y cree, me contó cómo se mantuvo fírme. Me dijo:
-Pastor, recordé esa frase de Proverbios 4:23 sobre guardar el corazón, porque es el origen de todo lo que uno vive.
Y me relató cómo, aunque la presión era intensa, el pasaje bíblico de Romanos 12:2 le dio fuerzas y decidió no perderse en el “todos lo hacen”. En cambio, se mantuvo puro y alineó su mente con la voluntad divina.
Owen estaba seguro; quería vivir con honor, no solo de palabras. Habló de 1 Corintios 6:18 y 1 Tesalonicenses 4:3 y 4 como si frieran el ritmo de la canción que había elegido vivir, una melodía que resonaba con el mensaje de respetarse a uno mismo y vivir de manera digna y auténtica. Me compartió todo esto en confianza, como quien transmite el legado de su convicción. Su historia no fue de sermones; fue de vulnerabilidad, de cómo un joven puede mantenerse puro sin que parezca algo de otro siglo. Me dejó pensando en cómo cada decisión que tomamos es como una nota en la música de nuestra vida.
Cuando la charla terminó y cada uno se fue a su carpa, me quedé ahí, en silencio. El eco de su historia era como un susurro que decía que es posible vivir diferente y, aun así, vivir una vida plena.
Oración: Querido Dios, busco tu guía y fortaleza para vivir en pureza, honrándote con mi corazón y mis acciones.