Todos iguales
«Ya no importa el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer, porque unidos a Cristo Jesús, todos ustedes son uno solo» (Gálatas 3:28).
EN 1968, LA PROFESORA JANE ELLIOTT HIZO UN EJERCICIO PARA ayudar a sus alumnos a comprender los efectos de la discriminación. Dividió la clase en dos grupos: alumnos de ojos azules y alumnos de ojos marrones. Jane clasificó a los de ojos azules como el grupo superior, dándoles privilegios. Ella desmotivaba la interacción de estos con el grupo de ojos marrones y resaltaba los aspectos negativos de sus integrantes. Inmediatamente, notó cambios en el comportamiento de los niños. Los de ojos azules empezaron a intimidar a sus compañeros, y el prejuicio perjudicó a los de ojos marrones. Su experimento puso de manifesto lo obvio: LA DISCRIMINACIÓN HACE MUCHO DAÑO A LAS PERSONAS
¿Has discriminado alguna vez a alguien? ¿Has sufrido algún tipo de discriminación por causa de prejuicios? Cuando somos prejuiciosos, a menudo nos cuesta admitirlo. Pero si somos víctimas de prejuicios, sentimos los efectos de esa terrible conducta. Decide hoy no ser prejuicioso ní racista. Además de ser pecado, el racismo puede llevar a conductas que son delito.
SOMOS UNO en Cristo. Ese es el modelo de amor puro y genuino que debe inspiramos. Mira a los demás con ternura y compasión. Sé un agente de amor, justicia y paz dondequiera que vayas.