Matutina para Adolescentes | Martes 24 de junio de 2025 | Brazos perdonadores

Matutina para Adolescentes | Martes 24 de junio de 2025 | Brazos perdonadores

Escuchar esta entrada:

Matutina para Adolescentes

«Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor» (Hechos 3:19, 20).

Exploremos la historia del hijo pródigo en Lucas 15:11 al 32. Un joven, impulsado por la rebelión y los

deseos mundanos, desperdició su herencia en una tierra lejana. Pero cuando tocó fondo todo cambió: recobró el sentido, reconoció su necesidad de cambio y decidió regresar con su padre. Este humilde acto de arrepentimiento lo llevó a los brazos abiertos de su padre, al perdón y a una gran celebración. ¿Cómo se ve este proceso de regreso a Dios?

Reconocer nuestra necesidad. Como el hijo pródigo, primero debemos reconocer nuestra necesidad de arrepentimiento. Hechos 3:19 nos llama a «arrepentirnos y volvernos a Dios». El arrepentimiento comienza con el reconocimiento de nuestros pecados y nuestra necesidad del perdón y la gracia de Dios.

Alejarnos del pecado. El verdadero arrepentimiento implica un cambio de corazón y de dirección. En 2

Crónicas 7:14, Dios nos anima a «dejar la mala conducta». El arrepentimiento no se trata solo de sentir pena por nuestros pecados, sino también de alejarnos activamente de ellos.

Aceptar la misericordia de Dios. Así como el padre de la parábola abrazó a su hijo descarriado con amor y perdón, Dios espera con ansias nuestro regreso. El Salmo 103:12 nos asegura que «tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente». La misericordia de Dios no conoce límites.

La historia del hijo pródigo ilustra la belleza del arrepentimiento: un humilde regreso al abrazo perdonador de Dios. Al arrepentirnos de nuestros pecados, recordemos que Dios nos perdona con entusiasmo y nos da la bienvenida nuevamente a sus amorosos brazos. El verdadero arrepentimiento trae refrigerio y restauración, y nos acerca a nuestro Padre celestial.

Oración: Padre celestial, me acerco a ti con humildad, consciente de que necesito arrepentirme y recibir tu perdón.

Deja una respuesta