La historia de Kristine – parte 1
“Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre” (Mat. 7:7, 8).
Cuando era niña, leer era lo que más me gustaba. Me encerraba en mi habitación durante horas, acurrucada con un libro, devorando página tras página. Los libros eran mi principal fuente de entretenimiento, pero no siempre estaba preparada emocionalmente para lo que leía.
Cuando tenía siete años, leí un libro en el que murió el protagonista. No era lo suficientemente madura como para entender un concepto abstracto como la muerte, así que lloré mucho y me aterroricé de morir. Durante varias noches traté de evitar quedarme dormida, por miedo a que no me despertara en la mañana. Ese miedo se desvaneció, pero a medida que crecí, otra preocupación atormentó mis noches.
“¿Y si no me despierto? ¿Puedo tener la seguridad de que si muero, estaré lista para ir al cielo cuando Jesús regrese?”, me preguntaba.
De alguna manera, pensaba que ser cristiana significaba portarme bien para estar lista cuando Jesús viniera. Desde niña, había cantado canciones como “Cristo me ama” y escuchado muchas historias bíblicas, incluyendo la historia de la muerte y resurrección de Jesús; pero esas historias no me impresionaban tanto como las historias que escuchaba sobre lo que les pasaba a los niños desobedientes.
En cierto modo amaba a Dios, pero al mismo tiempo siempre temí que él estuviera esperando castigarme si me salía del carril. Particularmente, un corito que cantaba en la Escuela Sabática me hacía recordar siempre esta manera de ver a Dios:
“Con cuidado mis ojitos al mirar,
con cuidado mis ojitos al mirar,
porque Dios conmigo está y en todo mirará,
con cuidado mis ojitos al mirar”.
El corito continuaba mencionando diferentes acciones y partes del cuerpo, lo cual siempre me dejaba pensando que Dios solo se preocupaba en saber si yo era lo suficientemente buena como para entrar al cielo. No asociaba la obediencia con el amor. Solo temía no poder estar a la altura de Dios. ¿Será que mi manera de pensar es bíblica? ¿Qué opinas tú? Piénsalo antes de leer la reflexión de mañana.
Continuará…
KS