Atención rápida

“Me buscarán y me encontrarán, porque me buscarán de todo corazón” (Jeremías 29:13).

“Un momento, por favor”, te dicen, y luego quedas esperando varios minutos hasta que alguien tiene tiempo para prestarte atención. Eso es lo que sucede cuando llamas a algunas empresas, cuando estás en la fila esperando para que te atiendan en un local de comidas, en la sala de espera del médico o del dentista. Y también sucede en casa, a veces.

Entonces, podrías pensar: “Si a veces ni siquiera puedo llamar la atención de mis padres, ¿tendrá Dios tiempo para mí? Él tiene que batallar con todo el universo; entonces, ¿por qué se preocuparía por mí?”

Con este pensamiento en mente, muchas personas terminan dejando de lado la oración. Pero Dios está interesado en nuestros problemas, y no tiene la limitación de tiempo y espacio que tienen tus padres y todas las demás personas. Él está por encima de eso y puede atenderte en cualquier momento, en cualquier lugar, al instante.

¡Créeme: es maravilloso poder contar con esta atención tan rápida! Cuando estés dispuesto a probarlo, verás lo bueno que es hablar con Dios en oración. Vas a él con tus problemas, él te da soluciones. Le llevas tus angustias, él te da paz. Demuestras que estás triste, él llena tu vida de alegría. ¿Y cuándo puedes contar con esto? Siempre. Dios no está limitado por el tiempo, así que tiene todo el tiempo del mundo para ti.

¡Espero que Dios me oiga! Entonces, también debo escucharlo. ¿Cómo puedo escuchar a Dios?

¿Por qué pensar en Dios como último recurso cuando necesitas resolver un problema? ¿Por qué no contar con él en primer lugar?

Yo hablo:

Dios escucha.

Dios habla:

yo escucho.