¡Es santo!
“Entonces Dios le dijo: ‘No te acerques. Y descálzate, porque el lugar donde estás es sagrado’ ” (Éxodo 3:5).
Moisés vivía en el desierto y cuidaba las ovejas de su suegro. Se había convertido en pastor. Había sido un príncipe egipcio, pero decidió vivir en el desierto y formar una familia. Recordó que era hebreo, y que su madre biológica le había enseñado todo acerca de Dios. Un día, Moisés vio un fuego en el Monte Sinaí. A medida que se acercaba, se dio cuenta de que era un arbusto en llamas; pero no se estaba quemando. Nunca había visto algo así. De repente, escuchó su propio nombre. Se dio cuenta de que la voz provenía de la zarza que ardía. La Voz le dijo que se quitara las sandalias y que no se acercara, porque ese lugar era santo.
Es posible que Moisés hubiese estado allí antes. Sin embargo, hasta entonces ese lugar no era considerado santo. Se dio cuenta de que la voz era de Dios, y la presencia del Señor hizo que ese lugar fuera especial.
¿Sabes lo que significa la palabra “santo”? En el contexto del versículo de hoy, revela que Dios es digno de ser adorado por nosotros. Y, según Romanos 12:1, debemos hacer esto con nuestra vida.
Una forma en que Moisés mostró su adoración a Dios fue obedecer lo que él le pidió que hiciera cuando hablaban cerca de la zarza ardiente. Aunque estaba relajado como pastor y posiblemente disfrutándolo, Moisés hizo lo que no quería hacer, y se convirtió en el conductor del pueblo de Dios.
Nuestra obediencia a Dios es parte de la adoración que él merece, como el Dios santo que es.
¿Cuál es tu manera de adorar a Dios? ¿Dónde y cuándo adoras a Dios?