A imagen de Dios
«Por el encargo que Dios en su bondad me ha dado, digo a todos ustedes que ninguno piense de sí mismo más de lo que debe pensar, Antes bien, cada uno piense de sí con moderación, según los dones que Dios le haya dado junto con la fe» (Romanos 12:3).
¿RECUERDAS LA INVESTIGACIÓN DE AYER? ESTA REVELÓ QUE, AL mostrarles fotos de su cuerpo a las personas con trastornos alimentarios, se centraban en las partes que consideraban feas. ¿Y las personas que no tenían ningún trastorno? Los resultados mostraron que se centraban más en las partes que consideraban bonitas. Sin embargo, cuando veían otros cuerpos, el patrón se invertía, es decir, se centraban más en las partes feas de los otros cuerpos.
Tenemos que ver los aspectos positivos de nosotros mismos. Esto es muy bueno e importante. El problema surge cuando nos consideramos mejores que los demás por ciertas características que tenemos y miramos a los que nos rodean solo en busca de defectos.
En el versículo de hoy vimos que necesitamos tener un concepto equilibrado de nosotros mismos. No está bien pensar que estamos por encima de los demás o que somos inferiores a alguien. Todos tenemos cualidades especiales, somos importantes en la obra de Dios y juntos formamos el cuerpo de Cristo. Por eso, nuestra mirada a los demás y a nosotros mismos debe ser siempre de bondad, amor y compasión. Mírate a ti mismo y a los demás con una mirada equilibrada.
Sé humilde para ver la belleza en quienes han sido creados a imagen de Dios al igual que tú. Sigue estos consejos y tu vida será más feliz y tendrá una belleza diferente.