Cuestión: Adoración
“Dios es Espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo de un modo verdadero, conforme al Espíritu de Dios” (Juan 4:24).
Cuando Jesús pasó por Samaria y se detuvo junto al pozo de Jacob, se quedó solo mientras sus discípulos salían a comprar algo para comer. Y allí tuvo lugar uno de los encuentros más interesantes descritos en la Biblia.
Una mujer samaritana, marcada por una vida de pecado, fue allí a buscar agua. Al hablar con Jesús, se dio cuenta de que él era diferente y que podía ser un profeta. Luego comentó algo que la intrigaba: “Nuestros antepasados, los samaritanos, adoraron a Dios aquí, en este monte; pero ustedes, los judíos, dicen que Jerusalén es el lugar donde debemos adorarlo”. La respuesta de Jesús fue la que leemos en el versículo bíblico de hoy. “Créeme, mujer, que llega la hora en que ustedes adorarán al Padre sin tener que venir a este monte ni ir a Jerusalén. […] Dios es Espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo de un modo verdadero, conforme al Espíritu de Dios”.
Con esa respuesta, Jesús estaba diciéndole a esa mujer que adorar a Dios es un asunto espiritual, que no depende de un lugar. Como sus seguidores, es obvio que queremos tener iglesias grandes, hermosas, cómodas y modernas, porque Dios merece lo mejor de nosotros. Sin embargo, esto no siempre es posible. Realmente hay regiones muy pobres en el mundo. Si algún día tienes la oportunidad de ser misionero en áreas humildes, aun en tu país, verás gente reunida para adorar a Dios en casas, garajes, e incluso bajo la sombra de los árboles. ¿Será este culto menor que el que se ofrece en las iglesias grandes, lujosas? No. Para Dios es importante que lo adoremos en espíritu y en verdad, es decir, de todo corazón y según la Biblia.
Dondequiera que vayamos, y bajo cualquier circunstancia, ¡podemos alabar a nuestro Señor! ¡Que nada te impida adorar a Dios con todo tu corazón!