«Todo tiene su momento oportuno; hay tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo» (Eclesiastés 3:1).
Este último día del año es el momento perfecto para reflexionar sobre el valor del tiempo. El tiempo es un regalo precioso que Dios nos ha dado, y a través de las Escrituras podemos aprender valiosas lecciones sobre cómo utilizar este recurso de manera sabia y significativa.
Eclesiastés 3:1 nos dice: «Todo tiene su momento oportuno; hay tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo». En este último día del año recordemos que cada temporada de la vida tiene su propósito y debemos valorarla. Efesios 5:15 y 16 nos pide: «Tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos». Al mirar hacia el próximo año, recordemos ser conscientes de cómo utilizamos nuestro tiempo y buscar oportunidades para crecer y servir.
El Salmo 27:8 nos anima a buscar la presencia de Dios. A medida que nos adentramos en un nuevo año, recordemos que el tiempo que dedicamos a buscar y conocer a Dios es una inversión valiosa que trae muchas bendiciones. Santiago 4:14 nos recuerda que nuestra vida es como un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. ¡Cuán importante es valorar cada día y vivir con propósito! Isaías 40:31 nos enseña sobre la importancia de esperar en el Señor. A medida que nos acercamos al próximo año, reconozcamos que, a veces, el tiempo de espera es una oportunidad para crecer en paciencia y confianza en Dios.
Eclesiastés 3:11 nos habla de cómo Dios ha puesto la eternidad en nuestro corazón. Al mirar hacia el futuro, recordemos que estamos hechos para algo más grande que esta vida terrenal, y debemos vivir con esa perspectiva en mente.
En este último día del año, recordemos que el tiempo es un regalo que Dios nos ha dado para que lo utilicemos sabiamente. Reflexionemos en cómo estamos administrando este precioso recurso. Busquemos a Dios en cada temporada de la vida y vivamos con propósito y significado.
Oración: Padre celestial, te agradezco por el regalo del tiempo. Ayúdame a utilizarlo sabiamente y a buscar tu presencia en cada temporada de la vida. Quiero vivir con propósito y significado, para tu gloria, este próximo año.
