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«Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes» (Deuteronomio 6:6, 7).
La adolescencia es una etapa de la vida llena de cambios y desafíos. Pero ¿cómo podemos enfrentar estos desafíos con éxito? La respuesta se encuentra en las palabras de Deuteronomio 6:6 y 7, donde Dios nos insta a amarlo y a enseñar sus palabras a las generaciones futuras. Veamos cómo este pasaje puede guiarnos en nuestro viaje espiritual.
Imagina que tienes en tu habitación una planta que cuidas con esmero. Riegas, abonas y proteges esa planta porque la amas. Del mismo modo, Dios nos llama a cuidar y nutrir nuestra relación con él. La lectura
de la Biblia, la oración y la comunión con otros creyentes son formas de regar y cuidar nuestro amor por Dios. Cuando amamos a Dios de esta manera, estamos mejor equipados para enfrentar los desafíos de la vida.
Ahora, piensa en un deporte o una habilidad que hayas aprendido. Probablemente alguien te los enseñó,
¿verdad? De la misma forma, Dios nos llama a transmitir nuestra fe a otros, especialmente a las generaciones más jóvenes. ¿Cómo puedes hacerlo? Compartiendo historias de tu propia experiencia con Dios, animando a otros a buscar respuestas en la Biblia y siendo un ejemplo de amor y obediencia a Dios en tu vida cotidiana.
Deuteronomio 6:6 y 7 manda hablar de las palabras de Dios «cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes». Esto significa que nuestra relación con Dios no está limitada a un lugar o a un tiempo específicos. Dios quiere ser parte de todas las áreas de tu vida. ¿Cómo puede esto ser una realidad en tu vida? Mantén una conversación constante con Dios. Habla con él en tus momentos tranquilos, ante los desafíos y cuando rebosas de alegría. Pídele dirección y agradécele por su
amor ysu gracia.
Estos versículos nos recuerdan la importancia de amar a Dios con todo nuestro corazón y de enseñarles a otros sobre él. A medida que enfrentamos los desafíos de la adolescencia, recordemos que Dios está con nosotros en cada momento. Sigamos amándolo, aprendiendo de él y compartiendo su amor con aquellos que nos rodean.
Oración: Querido Dios, ayúdame a amarte con todo mi corazón y a comprometerme a seguirte en cada aspecto de mi vida.