¿Solo? ¡Nunca!
“El día que te llamo, vienes a mí, y me dices: ‘No tengas miedo’ ” (Lamentaciones 3:57).
La profesora fue colocando la prueba boca abajo en cada mesa por la que pasaba mientras caminaba por el aula. Miguel miró el reverso de la página, tratando de descifrar algunas de las preguntas. El examen de Matemáticas siempre lo ponía nervioso; le sudaban las manos y su respiración se aceleraba.
Cuando la profesora pasó por la última fila, el jovencito recordó los ratos de estudio que había tenido con su padre. Le había explicado muy bien y había aclarado muchas de sus dudas. Cuando un ejercicio parecía imposible, decía: “¡No estás solo, hijo! Tómatelo con calma y hagamos esto juntos”. Recordar esas palabras hizo que Miguel se sintiera más tranquilo y confiado.
“Pueden dar vuelta las hojas”, avisó la profesora.
“¡Es ahora!”, pensó Miguel antes de finalmente ver la primera pregunta. Ese día, recordar a su padre hizo que se sintiera más tranquilo frente a una situación que le generaba nerviosismo, ansiedad y miedo.
¿Y tú? ¿Puedes recordar un momento en el que también sentiste miedo? La buena noticia es que nuestro Padre siempre está a nuestro lado, ayudándonos a no tener miedo. ¿Quieres su compañía? ¡Pídela ahora!