El Dios de la verdad
“Él es nuestro protector; sus obras son perfectas, sus acciones son justas. Es el Dios de la verdad, en él no hay injusticia; ¡él es justo y verdadero!” (Deuteronomio 32:4).
¿Alguna vez has roto algo de vidrio? ¿Viste los fragmentos esparcidos por el suelo o pegados a una pantalla protectora? El vidrio es frágil y se rompe fácilmente. Algo similar sucede con la confianza: se puede romper fácilmente. Una de las formas más rápidas de perder la confianza de una persona es mentir. Cuando alguien nos miente, es difícil saber si está diciendo la verdad en esta ocasión. Y así se rompe la confianza.
La mentira tiene diferentes formas de presentarse: decir verdades a medias, aumentar las historias, actuar con falsedad, difundir rumores… Mentir es un pecado.
Si Dios mintiera una sola vez, nunca volveríamos a confiar en él ni en su Palabra. Pero Dios no miente. Podemos confiar plenamente en él, porque él es verdaderamente Dios. Todo lo que dice es verdad.
¡Eres un hijo de Dios! Una forma de parecerte a tu Padre es ser siempre veraz.
Confía en la Palabra de Dios, habla siempre la verdad, y serás considerado alguien de confianza.