No temas al avance de la verdad
“Siempre les recordaré estas cosas, por más que las sepan y estén afianzados en la verdad que ahora tienen” (2 Ped. 1:12, NVI).
Los primeros adventistas se oponían totalmente a todo lo que oliera a credo, a una declaración de creencias talladas en piedra. Temían terminar volviéndose engreídos y satisfechos con lo que tenían, dejar de crecer espiritualmente como comunidad pensando que ya habían aprendido todo lo que debían aprender. Interpretaban el pasaje de hoy como que la verdad es progresiva: siempre hay más que aprender de lo que ya sabemos.
Pero la tendencia a encerrar las creencias adventistas para “protegerlas” resultó imposible de resistir, incluso para los primeros adventistas. Elena de White se daba golpes contra la Biblia mientras algunos seguían inventando nuevas doctrinas “fundamentales” para el adventismo, que apartaban la atención de Jesús y de los asuntos que eran verdaderamente básicos.
En su libro Angry Saints, George Knight escribe: “Si bien los motivos detrás de tales acciones pueden ser nobles y sinceros, […] el proceso tiende a señalar la tradición de un grupo en particular (especialmente alguna que puede ser cuestionada o disputada en un momento particular de la historia) en lugar de la Biblia. La misma Biblia, de hecho, a veces se convierte en una amenaza para los tradicionalistas, cuando una nueva generación de reformadores busca resucitar verdades que son más básicas que sus tradiciones. Ante el cambio doctrinal, los tradicionalistas muchas veces pierden el enfoque, haciendo de ‘un grano de arena’ una ‘montaña’ ” (p. 135).
Elena de White nunca temió al avance de la verdad o al abandono del error. Escribió: “No hay excusa para que alguno tome la posición de que no hay más verdades para ser reveladas, y que todas nuestras exposiciones de las Escrituras carecen de errores. Que ciertas doctrinas hayan sido sostenidas como verdades durante muchos años no es una prueba de que nuestras ideas son infalibles. El paso del tiempo no convertirá el error en verdad, y la verdad tiene la capacidad de ser imparcial” (El otro poder, cap. 4, p. 5). ¿Lo tienes claro?