«Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:8).
¿Cómo puedes mostrar amor incondicional a quienes te rodean, incluso cuando cometen errores? ¿Estás dispuesto a ser un canal del amor incondicional de Dios hacia los demás?
Un joven llamado Michael vivía en un barrio difícil en Nueva York. Había tenido una vida difícil, rodeado de malas influencias, y había tomado decisiones que lo habían llevado por un camino oscuro. A pesar de sus errores y malas acciones, había una persona que nunca dejó de amarlo: su abuela, Rose.
Rose era una mujer de fe profunda y amor incondicional. A lo largo de los años, Michael había lastimado a su familia una y otra vez con sus elecciones equivocadas. Pero Rose, con una eterna sonrisa cálida y palabras de amor, nunca lo rechazó. En lugar de juzgarlo, ella oraba fervientemente por él y lo alentaba a hacer lo correcto.
Un día, cuando Michael estaba en uno de sus peores problemas, tocó fondo. Había perdido su trabajo, sus amigos lo habían abandonado y se sentía completamente solo. Sin embargo, cuando más necesitaba apoyo, Rose estaba allí. Lo acogió en su hogar, lo cuidó y siguió orando por él. Poco a poco, el amor incondicional de su abuela comenzó a transformar a Michael. Comenzó a asistir a un grupo de apoyo, a hacer trabajo voluntario en su comunidad y a buscar oportunidades para enmendar sus errores. Se dio cuenta de que había encontrado un amor que superaba todas las barreras: el amor de su abuela y, a través de ella, el amor incondicional de Dios.
Con el tiempo, Michael se convirtió en una persona completamente diferente. Se reconcilió con su familia, encontró un nuevo propósito en la vida y comenzó a mostrar a otros ese amor incondicional que su abuela le había mostrado.
La historia de Michael y su abuela Rose nos recuerda que el amor incondicional puede ser una fuerza transformadora en la vida de las personas. A pesar de nuestros errores y fallas, Dios siempre nos ama de manera incondicional y espera que mostremos ese mismo amor hacia los demás. Ten presente siempre que el amor de Dios nos guía a amar a los demás sin condiciones.
Oración: Amado Dios, ayúdame a amar como tú me amas, a pesar de que todos cometemos errores.