Freno en la lengua
“Si alguno cree ser religioso, pero no sabe poner freno a su lengua, se engaña a sí mismo y su religión no sirve de nada” (Santiago 1:26).
Dios nos ha dado un don maravilloso: la capacidad de hablar. Ninguna otra criatura en el mundo se comunica como el ser humano. La palabra, don de Dios, puede usarse tanto para el bien como para el mal. A pesar de ser un órgano tan pequeño, la lengua puede causar grandes daños. Por lo tanto, es necesario usarla con cuidado.
El único que realmente puede “frenar” nuestra lengua es el Espíritu Santo. Cuando esto sucede, no nos apresuramos a hablar; no tomamos el nombre de Dios en vano; no difundimos chismes o mentiras; no decimos palabrotas, palabras hirientes o despectivas.
Con la ayuda del Espíritu Santo, nuestras palabras se usan para bendecir. Siempre decimos la verdad, sinceramente elogiamos, consolamos, alentamos, predicamos la Palabra de Dios a otros, cantamos buenas canciones, damos buenos consejos y hablamos con amabilidad y gentileza.
Si utilizas buenas palabras, la gente se dará cuenta de que tu corazón es para Jesús, porque “de lo que abunda en el corazón, habla la boca” (Mateo 12:34). Cuando tengas ganas de decir lo que no debes, permite que el Espíritu Santo refrene tu lengua.
Ora hoy a fin de que Dios te ayude a hablar solo lo que contribuya al bien de los demás.