Cicatrices eternas
“De ahora en adelante no quiero que nadie me cause más dificultades; pues llevo marcadas en mi cuerpo las señales de lo que he sufrido en unión con Jesús” (Gálatas 6:17).
Las cicatrices son el resultado del proceso de curación natural de la piel. Una lesión puede tardar un poco o mucho tiempo en sanar, y esto depende de la gravedad de la lesión en la piel, la edad de la persona y el lugar de la lesión. ¿Tienes alguna cicatriz? Yo tengo. Es muy probable que tú también la tengas. Podría haber sido provocada por una caída infantil, un corte, o incluso una quemadura. Algunas marcas son fugaces, otras pueden durar toda la vida.
Jesús también tiene cicatrices. Las suyas no fueron provocadas por una travesura, una desobediencia o un accidente. Al contrario, no merecía recibir las heridas de los latigazos, las laceraciones de la corona de espinas y las magulladuras que causó el peso de la cruz. “Cristo hubiese podido descender de la cruz. Pero si él hubiera hecho eso, nunca podríamos haber sido salvados. Por nuestra causa, estaba dispuesto a morir” (Vida de Jesús, p. 110).
Por amor, él llevará para siempre las marcas que los clavos dejaron en sus manos y sus pies. Estas cicatrices estaban destinadas a ser nuestras, pero él fue magullado y herido en nuestro lugar para que podamos pronto encontrarnos en el cielo. Al tocar sus heridas de amor, le daremos muchas gracias por salvarnos.
Deja que Jesús toque tu corazón y lleve esas marcas de amor en tu vida hoy.