Dios quiere que seas luz
“También te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo último de la tierra” (Isaías 49:6).
Todos tenemos en claro que Dios es omnipresente, omnisciente y omnipotente, pero te hago una pregunta: si Dios está siempre contigo, si Dios lo sabe todo de ti y de los demás y si no hay nada que Dios no pueda hacer si considera que debe ser hecho, ¿por qué te agobias por las cosas que te preocupan? ¿Por qué permites que una palabra hiriente, un problema, una decepción o esa dificultad que atraviesas te roben la paz?
Saber por saber no es el objetivo de la revelación bíblica. Dios quiere que sepamos cómo es él porque quiere que ese conocimiento impacte nuestra manera de vivir. Cuando Dios se retrata para ti en su Palabra con adjetivos como omnipresente, omnisciente y omnipotente, te está diciendo: “El problema que atraviesas hoy, yo sé que te hará un ser humano más sensible, humilde y profundo; atraviésalo con fe sabiendo que estoy a tu lado”. Dios te está diciendo: “A esa persona que te trata mal, quiero que le muestres amor; esa persona es así porque no sabe qué es amar, pero tú, que sabes cómo soy yo, ama a tu enemigo para derrotar sus creencias erróneas. A él te envío yo, que lo sé todo de todos, porque necesita ver en ti la manera de vivir de un cristiano auténtico, que no responde al odio con odio. Yo permito esta realidad para que tú ames a esa persona precisamente porque te odia. A través de tu actitud quiero atraerla hacia mí. Con mi poder te haré amar”.
Dios te invita a descubrir cómo es él no para que lo conozcas de una manera teórica, sino para que te contagies de su carácter y salgas a iluminar el mundo. Reflejar el carácter de Dios es ser la luz del mundo, que es precisamente uno de los llamados que nos hace el evangelio: “Procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo” (Mat. 5:16, DHH). Qué bendición compartir este llamado con Aquel que fue dado por luz a las naciones para ser salvación: Jesús. Al Hijo, el Padre lo dio por luz para que nosotros, reflejando su luz, brillemos para atraer a otros a él.
¿Qué haces con cada retrato de Dios que descubres? ¿Lo contemplas pasivamente o permites que esa manera divina de ser transforme tu manera de ser humano?