El Dios que nos cuenta su plan
“Y nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, que se había propuesto en Cristo, para que, llegado el tiempo, reuniera en él, bajo una sola cabeza, todo lo que está en el cielo y lo que está en la tierra” (Efesios 1:9, 10).
¡Dios tiene un plan! El apóstol Pablo nos dice que fue un placer para Dios darnos a conocer el misterio de su voluntad. Que conste que Dios no estaba consultando ese plan con nosotros para ver si nos parecía bien o si queríamos hacerle algún “arreglo”. Pablo nos hace saber que tenemos el inmenso privilegio de asomarnos a descubrir el maravilloso plan de la redención que Dios ha creado para nosotros, y que se trata de un misterio que, de no ser por su voluntad de revelárnoslo, permanecería oculto.
El plan de Dios consiste en que ha establecido unos plazos y, cumplidos estos, reunirá en Cristo todas las cosas que ha creado. Todas las cosas, las que están arriba en los cielos y abajo en la Tierra, serán puestas por Dios bajo el control de Cristo. Todas las cosas: la vida, el mundo, la fe, el amor, la esperanza, los ángeles, la creación, la salvación, la iglesia, la unidad, la salud, el perdón, el crecimiento espiritual, la santificación, la justificación, la glorificación, el cielo, la Tierra, la corona de la vida… Todo lo que nos ofrece Dios a los seres humanos se puede encontrar exclusivamente en Cristo.
Si quieres conseguir algo de Dios, debes buscarlo en Cristo; si quieres saber cómo es Dios, llegar a conocerlo y a amarlo, tendrás que hacerlo en relación con Cristo. Nada se puede hacer fuera de Cristo. Todo lo que se diga sin Cristo sobra, está de más, no lo necesitamos; todo lo que nos distraiga de Cristo hace daño, no es bueno para nosotros. El mismo Jesús, que era conocedor del plan de redención, afirmó que, separados de él, nada podemos hacer (lee Juan 15:5).
¿Por qué crees que Dios nos dio a conocer el misterio de la redención? Yo creo que es porque quiere que sepamos dónde debemos poner nuestra vista y nuestros intereses; dónde debemos invertir nuestro tiempo y nuestra vida. Cristo es dueño de todo y de todos, el Padre lo estableció así y, en su amor, nos hizo saber ese misterio de su voluntad para que vivamos a la altura de esa luz. La pregunta que te hago es: ¿estás viviendo a la altura de semejante revelación del amor de Dios?