Matutina para Adultos | Domingo 10 de Diciembre de 2023 | “Veremos la salvación”

Matutina para Adultos | Domingo 10 de Diciembre de 2023 | “Veremos la salvación”

“Veremos la salvación”

“Y todo mortal verá la salvación de Dios” (Lucas 3:6, NVI).

Tengo un amigo que se aferró a una costumbre un tanto extraña. Cada día miraba la sección de obituarios del New York Times, tomaba nota de los años de cada fallecido y luego sacaba un promedio de la edad en la que estos fallecieron. Por lo general, decía él, la media rondaba los setenta y cinco años. Como él ya galopaba hacia los setenta, sentía que la navaja de la muerte se encontraba a un lustro de distancia de su ya arrugado cuello.

Creo que el anciano Simeón no tenía la preocupación que llena de ansiedad a mi querido amigo. Lucas nos introduce a este admirable personaje de la siguiente manera: “Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viera al Ungido del Señor” (Luc. 2:25, 26). Simeón tenía la promesa de que no moriría hasta ver con sus propios ojos al Salvador del mundo. Pongámonos por un momento en sus zapatos. Si el Señor tardaba en venir, eso significaría que la vida de Simeón sería más prolongada. Pero cuanto más pronto viniera el Señor, menos años viviría nuestro amigo. Me pregunto: ¿Qué desearíamos nosotros si se nos hubiera hecho esa promesa, vivir más en la tierra o vivir menos y ver al Salvador?

Una promesa llenó de vida la ancianidad de Simeón; una aspiración le daba sentido a la última etapa de su experiencia terrenal: ver al Señor. Y cuando tuvo oportunidad de verlo, su boca cantó: “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra, porque han visto mis ojos tu salvación” (Luc. 2:29, 30). El deseo de ver la salvación lo mantuvo dispuesto a seguir de pie ante los embates de la edad, y cuando esa salvación llegó a ser una realidad presente en su vida, estuvo listo para despedirse en paz. El anochecer de su vida terrenal le permitió contemplar al que sería la Luz del mundo.

Y ahora la promesa dada a Simeón es para todos nosotros: “Todo mortal verá la salvación de Dios” (Luc. 3:6, NVI). Si tú y yo seguimos con vida, es porque Dios desea que esa promesa se cumpla en nosotros.

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