“Nuestra esperanza es la vida eterna”
“Nuestra esperanza es la vida eterna, la cual Dios, que no miente, ya había prometido antes de la creación” (Tito 1:2, NVI).
Wade Miller no podía creer lo que le estaba pasando. Como aficionado al voleibol, Miller llamó al servicio de venta de entradas para los Juegos Olímpicos que se estaban celebrando en Atlanta y les explicó que quería comprar dos boletas para uno de los partidos. Cuando ya estaba llegando al final de la compra, le pidieron su dirección a fin de enviárselas por correo. Y ahí comenzó el problema.
Cuando Miller informó que vivía en Santa Fe, Nuevo México, la persona que lo atendía se negó a venderle las entradas, bajo el argumento de que no podían vender fuera de los Estados Unidos, y él vivía en México. Miller explicó que no vivía en México, sino en Nuevo México, y una vez más el vendedor le pidió que contactara al Comité Olímpico de México para que le ayudaran. Miller le dio una clase de geografía, le explicó sobre la existencia del Estado de Nuevo México, pero no podía conseguir que le vendieran las entradas. Finalmente, apeló al supervisor y esta fue la respuesta que recibió: “Señor, si usted vive en Nuevo México o en Antiguo México, no importa. Usted debe contactar al Comité Olímpico de su país”.¹¹⁵
Ante tamaño ejemplo de ignorancia, el Comité Olímpico Internacional tuvo que excusarse con los habitantes del Estado de Nuevo México. Uno puede reírse o enojarse por lo que le sucedió al señor Wade, pero lo cierto es que nuestro amante Dios entiende muy bien lo que significa decir algo y que no te crean. En las Sagradas Escrituras el Señor nos ha dejado miles de promesas; sin embargo, cuando leemos esas promesas muchos solemos dudar de la Palabra de nuestro Creador.
En su Carta a Tito, el apóstol declaró por escrito: “Nuestra esperanza es la vida eterna, la cual Dios, que no miente, ya había prometido antes de la creación. Ahora, a su debido tiempo, él ha cumplido esta promesa mediante la predicación que se me ha confiado por orden de Dios nuestro Salvador” (Tito 1:2, 3, NVI).
Es imposible que Dios mienta, porque “el honor de su trono está empeñado en el cumplimiento de su palabra” (Profetas y reyes, p. 116). Él cumplirá sus promesas, ya sea que vivamos en México o en Nuevo México.
115 “Olympic ticket agents get geography lesson”, WashingtonPost.com. Consultado 12 de febrero de 2022.