“Él salvará a su pueblo”
“Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21, LBLA).
Por todas partes se oía el rumor de que algo grande iba a ocurrir. Según Suetonio, el historiador romano, en aquel entonces “corría una vieja creencia establecida de que para aquel tiempo vendrían hombres de Judea a gobernar el mundo”. Tácito se refiere a lo mismo cuando dice que “gobernantes que vendrían de Judea establecerían un imperio universal”. Y Josefo, el historiador judío, escribió que se había propalado la idea de que un judío “se convertiría en gobernador de todo el mundo habitado”.²⁴⁵
Mientras estos relatos iban de boca en boca, algo fascinante estaba ocurriendo en la pequeña ciudad de Belén. En la oscuridad de la noche se entonó el más glorioso canto que hayan escuchado oídos humanos, un canto de salvación y esperanza. Cuando los pastores cuidaban las ovejas, el resplandor de una refulgente luz quebrantó el poder de las tinieblas. Era la luz que emanaba directamente de un ángel que les dio este mensaje: “Les traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos: Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor” (Luc. 2:10, 11, DHH).
En el mundo grecorromano, evangelion (buena noticia) se usaba con un sentido religioso en el culto que los romanos ofrecían a favor del César. Ellos consideraban que la llegada de un emperador al trono o su triunfo en la guerra era un evangelion que los dioses les habían mandado. También con un sentido religioso utiliza Lucas las palabras “Salvador” y “Señor” para referirse a Jesús, títulos que se utilizaban para saludar al emperador durante el día de su cumpleaños. Al usar estas expresiones en su Evangelio, Lucas quiere dejar claro en la mente del lector que Jesús es el genuino Emperador del mundo, el Rey del universo, el Mesías que todos esperaban; pero no vino para sentarse a gobernar desde un trono, vino a cumplir la promesa del Salmo 130:8: “Él mismo rescatará a Israel de las cadenas del pecado” (NBV). Por eso se llamaba Jesús, “porque salvará a su pueblo de sus pecados” (Mat. 1:21, DHH).
Hoy el mensaje de Jesús para ti es claro: “Yo soy el que te salvará de ese pecado que te esclaviza. Acéptame como tu Señor y Salvador”.
245 . William Barclay, The Gospel of Matthew, The New Daily Study Bible (Edinburgh: Saint Andrew Press, 2001), p. 31.