
«Miren las aves del cielo […]. Miren los lirios del campo…» (Mateo 6: 26, 28, RVA15).
Pocas tareas parecen hoy más urgentes a escala mundial que tomar conciencia de la fragilidad de nuestro entorno y sentir nuestra responsabilidad en la conservación de su equilibrio y en la gestión de sus recursos. Esa fue la primera tarea confiada a los seres humanos (ver Gén. 1: 26; 2: 15).
Jesús invita a sus discípulos a observar la naturaleza y captar sus mensajes portadores de vida: los árboles que vuelven a brotar en primavera (ver Mar. 13: 28), el crecimiento prodigioso de las semillas (ver Mar. 4: 3-9; 26-29), el que «ni un solo gorrión pueda caer a tierra sin que el Padre lo sepa» (Mat. 10: 29, NTV), la belleza increíble de las flores (ver Mat.
6: 28-30) o el esplendor del crepúsculo (ver Luc. 12: 54).
Sin sacralizarla, Jesús nos invita a observar la naturaleza con respeto y lucidez, como testigo y parábola de la providencia divina y de la imparcialidad de su amor (ver Mat. 5: 45).
En el que podríamos llamar su discurso más «ecológico» (ver Mat. 6: 19-34), Jesús nos habla sobre la actitud que debemos adoptar frente a los recursos de la tierra, frente a los riesgos que supone su explotación (vers. 19-24) y frente a la angustia de los que carecen de lo necesario (vers. 25-31), así como sobre la importancia de escoger bien nuestras prioridades para tener mayor calidad de vida (vers. 32-34).
La frase: «Basta al día su afán» (Mat. 6: 34, RVA), que podría parecerse a un carpe diem cristiano, es en realidad una invitación a poner nuestra vida cada día en las manos de Dios y actuar en consecuencia, a la luz de la realidad que nos rodea. Liberados de la ansiedad de la acumulación, del consumo frenético y de la esclavitud de los bienes materiales que padecen quienes tienden a obrar insensatamente, implicándose en acciones codiciosas, insolidarias e injustas, Jesús nos invita a ponernos en sintonía con Dios y hacer frente a la existencia con solidaridad, realismo y esperanza.
Liberar la naturaleza de la explotación despiadada a la que está sometida debiera ser uno de los anhelos del cristiano (ver Rom. 8: 19-23). La destrucción del medioambiente es un delito tan grave que Dios advierte que un día va a tener que intervenir para «destruir a los que destruyen la tierra» (Apoc. 11: 18).
Jesús nos invita a observar y admirar la naturaleza como objeto del amor de Dios y no como un mero recurso que hay que explotar o poseer. Proteger la vida en todas sus formas, como magnífica creación divina, es la manera más coherente de respetar y adorar a su Creador (ver Apoc. 14: 7).
Hazme, Señor, cada vez más responsable del entorno en el que vivo.


Por favor el audio de la matutina para adultos del Domingo 26 de octubre de 2025 titulado Cuidar la Naturaleza podrían habilitaron para descargar. Muchas gracias. Bendiciones.