Matutina para Adultos | Jueves 12 de Diciembre de 2024 | El Dios que no juzga, sino que perdona

Matutina para Adultos | Jueves 12 de Diciembre de 2024 | El Dios que no juzga, sino que perdona

El Dios que no juzga, sino que perdona

“Ustedes juzgan según los criterios humanos. Yo no juzgo a nadie” (Juan 8:15, DHH).

¡Qué diferentes de Dios somos los seres humanos, incluidos los cristianos! Nosotros, siendo pecadores, condenamos a otros que están en nuestra misma condición, usando un doble estándar moral: lo que yo hago, tiene perdón, lo que el otro hace, es imperdonable. En cambio, Jesús, Dios hecho hombre, en todo semejante a nosotros pero sin pecado, no juzgó a nadie, no usó un doble estándar, solo amó y perdonó sin hacer acepción de personas. Uno de los casos de los Evangelios en que se ve más claramente esta realidad es en la experiencia de la mujer sorprendida en adulterio.

Lo primero que nos dice el texto bíblico es que unos cuantos líderes religiosos llevaron ante Jesús a una mujer adúltera, y también nos dice la razón: porque “le estaban tendiendo una trampa, para tener de qué acusarlo” (Juan 8:6, NVI). La prueba más evidente de que era una trampa es que no trajeron al hombre adúltero sino solo a la mujer, siendo que, según la ley, ambos debían ser condenados (lee Lev. 20:10, Deut. 22:22). Aquí tenemos la doble moral: para ellos estaba justificado entrampar a Jesús para eliminarlo del mapa, para ellos estaba justificado liberar a un hombre de una acusación de adulterio; pero era injustificable que una mujer tuviese una relación indebida con un hombre casado. ¡Qué triste cómo las personas religiosas tratamos con el pecado!

Jesús, además de evitar con gran sabiduría caer en la trampa, hace algo que nos permite ver un maravilloso retrato suyo: sin hacer acepción de género, trata a la mujer adúltera con dignidad. Fíjate que Jesús no excusa ni niega el pecado de ella, simplemente le ofrece una nueva oportunidad para empezar de cero. Y con respecto a los líderes religiosos de doble moral, los insta a reflexionar sobre sus propios pecados privados (a veces más escandalosos que los públicos) escribiéndolos en la arena.

¿Eres consciente de tu pecaminosidad? Es necesario que reflexiones sobre ello, porque solo siendo capaces de ver la viga en nuestro ojo sabremos cómo afrontar la paja en el ojo ajeno. Para todos existe el mismo Dios, que nos perdona y permite empezar de cero.

Qué importante es no caer en prejuicios sociales ni dobles raseros morales. Jesús vino a salvarnos a todos, no a condenar a nadie. Cuando nos damos cuenta de ello, nuestra respuesta de agradecimiento es abandonar la vida de pecado y pedir ayuda a Dios cada día.

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