El Dios que no nos deja caer
“El Dios único, Salvador nuestro, tiene poder para cuidar de que ustedes no caigan” (Judas 1:24, DHH).
La Epístola de Judas termina con una de las doxologías –alabanzas a Dios– más impresionantes de toda la Biblia. Echemos un vistazo a este maravilloso pasaje, para comenzar nuestro día de hoy dando gloria al Señor.
El versículo 24 es el que da inicio a la alabanza, dedicándola al Dios que “tiene poder para cuidar de que ustedes no caigan”. La Biblia menciona de manera recurrente el hecho de que Dios es poderoso. Por ejemplo, el apóstol Pablo escribe también una doxología final a Romanos 16, en la cual hace referencia al Dios que tiene poder para fortalecernos (vers. 25). Este Dios poderoso que puede guardarnos sin caída era lo que necesitaban los creyentes a quienes Judas se dirigía, y que tenían que enfrentar a falsos maestros, doctrinas y movimientos disidentes que amenazaban la fe de muchos y la unidad de la iglesia. Por supuesto, el Dios que tiene poder para guardarnos sin caída es también el que necesitamos hoy para enfrentar nuestros desafíos de fe; para que no neguemos nuestra fe por causa de conveniencias, persecuciones, o por cualquier otra razón que la ponga a prueba.
Judas nos recuerda que mientras caminemos con Dios estaremos seguros, por muy peligrosos o resbaladizos que puedan resultar algunos tramos del camino. Como bien afirma el Salmo 121, Dios no dará nuestro pie al resbaladero ni se dormirá, sino que constantemente nos estará guardando para que no caigamos. Al darnos este retrato de Dios, es el propósito del Espíritu Santo recordarnos que el cristianismo no es la experiencia de personas fuertes que tienen la capacidad de avanzar por sí mismas en cualquier tipo de sendero sin caer ni lastimarse; por el contrario, el cristianismo es la experiencia de personas que vienen de muchas caídas y saben que, de seguir solos, seguirían cayendo y en peligro de perderse. Por eso se aferran a un Dios que es poderoso para guardarlos constantemente.
El Dios poderoso nos recuerda que no tenemos que demostrar que somos fuertes, sino estar dispuestos a depender de su poder. No tenemos que vivir aparentando que no hemos caído o que nunca nos va a pasar, sino que vivimos conscientes de que la única posibilidad de mantenernos sin caer consiste en aferrarnos con firmeza de él. No lo olvides: caminando con Dios no caeremos en el error ni la apostasía, porque él es poderoso para cuidar de que no caigamos. ¡Alabado sea Dios por ello!