“Nada estorbará las oraciones”
“De igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada, y ambos son herederos del grato don de la vida. Así nada estorbará las oraciones de ustedes” (1 Pedro 3:7, NVI).
Paul Newman, el famoso actor que estuvo cincuenta años casado con la misma mujer, el día de su boda (el 29 de enero de 1958) le escribió a su futura esposa, Joanne Woodward, una carta en la que compartió una porción del poema El arte del matrimonio, de Wilferd Arlan Peterson:
“La felicidad en el matrimonio no es algo que simplemente sucede. Un buen matrimonio debe crearse. En el arte del matrimonio, las pequeñas cosas son las cosas grandes. Es nunca ser demasiado viejo para tomarse de las manos. Es recordar decir ‘te amo’ por lo menos una vez al día… No se trata de esperar que el marido sea el hombre perfecto o que la mujer sea la esposa soñada. No es la búsqueda de la perfección en sí. Es cultivar la flexibilidad, la paciencia, la comprensión y el sentido del humor. Es tener la capacidad de perdonar y olvidar”.
Nos vendría bien leer y aplicar atentamente cada una de las valiosas recomendaciones que aparecen en este escrito. Hay una que particularmente llama mi atención: “En el arte del matrimonio, las pequeñas cosas son las cosas grandes”. Soslayar la importancia de las pequeñas cosas crea la base para los grandes problemas matrimoniales. Ya lo había dicho Salomón: “Atrapen las zorras, las zorras pequeñas que arruinan nuestros viñedos, nuestros viñedos en flor” (Cant. 2:15, DHH). En este pasaje la viña es una metáfora que alude a la relación amorosa. Hay una fuerza destructiva, lista para lanzar su feroz ataque contra la familia, y dicha fuerza se manifiesta en elementos imperceptibles, pequeños a la vista humana, como “el orgullo, el egoísmo, los celos, la lujuria, los malos hábitos y la falta de confianza”.¹⁵²
El hogar donde el marido y la mujer comprenden cuáles son sus deberes, donde se presta atención a los pequeños detalles, será un espacio donde se reconoce que “ambos son herederos del grato don de la vida”. Y, cuando ambos se comprometen el uno con el otro, Dios les promete que “nada estorbará las oraciones” (1 Ped. 3:7, NVI).
152 Roland Cap Ehlke, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, eds. John C. Jeske y John A. Trapp, La Biblia Popular (Milwaukee, Wisconsin: Editorial Northwestern, 2002), p. 166.