Matutina para Adultos | Jueves 17 de julio de 2025 | ¿De veras quieres ser sano?

Matutina para Adultos | Jueves 17 de julio de 2025 | ¿De veras quieres ser sano?

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Matutina para Adultos

«Había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: «¿Quieres ser sano?»» (Juan 5: 5-6).

Una multitud de enfermos se arremolina en torno a la piscina. La tradición pretende que un ángel baja a veces a agitar el agua del estanque, y el primero que se zambulle acaba sanando. Jesús observa, uno a uno, los rostros expectantes de tantos desdichados.

Y observa, en efecto, que allí ocurre, de modo patente, lo que ocurre en todas partes: que los menos enfermos y mejor asistidos suelen sanar antes que los más graves y desasistidos. Pero allí hay toda clase de pacientes, porque los seres humanos, cuando de veras quieren sanar de sus dolencias, son capaces de intentar cualquier cosa.

A Jesús le indigna la leyenda que ha hecho famoso a este estanque, y le apena que esa creencia popular triunfe. Un Dios de amor no puede apoyar con milagros la ley del más fuerte. Por eso busca al enfermo más grave y peor asistido: un inválido que lleva 38 años esperando ser un día el primero en tirarse al agua. Sabe que jamás se curará en ese lugar.

La pregunta de Jesús «¿quieres curarte?» parece impertinente, fuera de lugar. Pero el gran Médico sabe que no todos los enfermos quieren de veras sanar: muchos quieren ser liberados de las consecuencias de sus males, pero no de sus causas. Hay incluso quienes obtienen satisfacciones (o «beneficios secundarios») de su situación doliente, aunque solo sea la atención que consiguen por el sentimiento de lástima que suscitan en su entorno. Esas miserables ventajas les bastan como excusas para no luchar, o para no ir hasta el fondo de su coherencia. Tras perder la esperanza de sanar acaban perdiendo también el deseo.

Por eso la pregunta de Jesús puede parecernos dolorosa, pero es un gesto de respeto: pide permiso al enfermo para intervenir en su vida privada. Sabe que necesita ayuda, pero no quiere intervenir sin su consentimiento. Y llegado el movimiento del agua, en lugar de sumergirlo el primero, lo que hubiera apoyado una idea que Jesús no comparte, le ordena levantarse y marcharse de allí. No quiere reforzar en su mente la noción de un Dios arbitrario. No quiere que ponga su fe en el agua removida, sino en el Dador de la vida.

Y ya con su aceptación, con la orden de levantarse le da también al paciente el poder para cumplirla.

Señor, dame hoy la fuerza para vencer mis bloqueos y dejarte actuar en mi vida.

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