Agentes de esperanza
“Gozosos en la esperanza” (Romanos 12:12).
El término “agente” se aplica al sujeto que realiza o ejecuta la acción del verbo. Entre tantos otros, encontramos agentes literarios, económicos, de seguridad, infecciosos, biológicos, casuales y permanentes.
Para Pablo, la esperanza es el mayor motivo de una vida gozosa, pues sus alcances son presentes y también eternos. Alguien que se goza en la esperanza es aquel que en nombre del Señor realiza un fuerte impacto en un ambiente infectado por el pecado, y, como agente, transmite buenas noticias restauradoras de la salud y de la vida.
Se requiere agentes de esperanza para llegar a gente sin esperanza. Como bien decía Martin Luther King:
“La esperanza es el sueño del hombre despierto, y si ayudamos a una sola persona a tener esperanza, no habremos vivido en vano”.
En 1977, en el inicio de mi ministerio en la ciudad de General Roca, Argentina, conocí a una hermandad maravillosa. Tengo de ellos los mejores recuerdos y desbordante gratitud, pues marcaron mi ministerio para siempre. Allí conocí a Héctor, quien había sido muy golpeado por los vicios, especialmente el alcohol. Esto estaba arruinando su salud, su economía y su familia. Un día se cayó en un pozo de 27 metros. Sin salida, todo parecía terminar. Antes de desmayarse, en la profundidad del pozo clamó por auxilio divino. Fue asistido y llevado al hospital. Estuvo semanas entre la vida y la muerte. El Señor salvó su cuerpo, pues también quería salvar su alma.
Apenas tuvo el alta, regresó a su casa, y en cuanto estuvo en condiciones, comenzó a recorrer la ciudad buscando una iglesia. Entonces, encontró la nuestra. Entró y nunca más salió. Luego, él estudió la Biblia y se bautizó junto con su familia. Cuando llegué a General Roca, él era maestro de Escuela Sabática, director misionero y anciano de iglesia. Todos los años tenía la alegría de llevar decenas de personas a Jesús. ¿Por qué? Porque él era un gozoso agente de esperanza que trabajaba por gente sin esperanza.
Cierto día, me contó un “secreto”: ¡No sabía leer! Es decir, era maestro, instructor bíblico… ¡y no sabía leer! Entonces, me mostró su Biblia llena de cintas que marcaban los distintos temas y pasajes. Él hacia las preguntas y pedía a la gente que leyera.
¡Cuánto puede hacer Dios cuando colocamos todo en sus manos! Ese día me mostró unas marcas en su pecho, producto de la caída “mortal” en el pozo, que el amor y el poder de Dios transformó en vida nueva. Sus marcas eran de esperanza. Con gratitud y gozo, Héctor vivió como un agente de esperanza. Hoy ya descansa en las seguras promesas del Señor.
¿Qué marcas de gozosa esperanza hay en tu vida? ¿Qué tipo de marcas estás dejando en la vida de otros?