Matutina para Adultos | Jueves 2 de octubre de 2025 | Solidaridad en acción

Matutina para Adultos | Jueves 2 de octubre de 2025 | Solidaridad en acción

Matutina para Adultos

«Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: «Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer; y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino»» (Mateo 15: 32).

Una multitud de aldeanos montañeses ha traído a Jesús sus enfermos, cojos, ciegos, mudos, mutilados. Estas pobres gentes están tan ávidas por escuchar las palabras del Maestro y se sienten tan bien con él que les cuesta abandonarlo. Llevan ya tres días a su lado y ahora han agotado sus provisiones en una región apenas habitada y carente de recursos.

Jesús, movido a compasión, comparte su inquietud con sus discípulos: «Se me enternecen las entrañas de compasión sobre la multitud porque […] no tienen qué comer, y si los despido en ayunas desfallecerán en el camino y algunos de ellos son de muy lejos» (ver Mar. 8: 2-3). Sin duda podría pedir a Dios un milagro y darles de comer él solo. Pero, como otras veces, prefiere sensibilizar a sus discípulos e implicarlos a ellos, que van a continuar su obra en esta tierra, en la ímproba tarea de responder de manera solidaria a las necesidades humanas.

Los discípulos no tienen cómo alimentar a tantos hambrientos y repiten las mismas objeciones que habían presentado en circunstancias similares (ver Mat. 14: 15). Las semejanzas con la primera multiplicación de los panes y los peces han llevado a algunos a deducir que se trata de un solo hecho. Pero las diferencias son suficientes para concluir que se trata de dos eventos distintos, como lo subraya Jesús mismo (ver Mat. 16: 9-10; Mar. 8: 19-20).

De nuevo el Maestro desea suscitar en sus discípulos el sentido de su responsabilidad personal frente a los necesitados. Por eso les pide que hagan acopio de sus propios recursos, por insuficientes que parezcan (en este caso, ¡siete panes y unos pocos peces!) y que ellos mismos los distribuyan a la multitud. Su solidaridad puesta en acción siempre será multiplicada por la bendición divina.

La religión verdadera, según la Biblia, lejos de encerrar al individuo en la preocupación de su propia salvación, despreocupándose de las necesidades, sufrimientos y derechos humanos, consiste en «visitar a los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones» (Sant. 1: 27). Por eso, en el Día del Juicio, entre otras cosas, «el Rey dirá a los de su derecha: «¡Vengan, benditos de mi Padre! Hereden el reino preparado para ustedes […]. Porque tuve hambre y me dieron de comer…» (Mat. 25: 34-35, RVA15).

Señor, dame compasión suficiente para hacer mi parte frente al hambre en el mundo.

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