“Me está reservada la corona de justicia”
“Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día” (2 Timoteo 4:8).
Alfred Nobel, el brillante químico sueco, no quería que lo recordaran como el inventor de la dinamita, esa mezcla explosiva de nitroglicerina que ha acabado con la vida de millones de personas. Pensando en cómo sería recordado en la posteridad, en 1895, poco antes de su muerte, decidió establecer una fundación que se encargaría de premiar a los hombres y mujeres que hicieran grandes aportes al bienestar de la humanidad. Y por ello, desde 1901, se entregan los prestigiosos Premios Nobel.
Uno de los aspectos distintivos del premio es que desde 1974 no consideran elegible a nadie que haya fallecido antes del anuncio de los premios. La única manera en la que el premio podría ser dado de forma póstuma es si el galardonado muere entre el momento en que la Academia y el Instituto Karolinska anuncian al ganador, que por lo general ocurre a principios de octubre, y cuando se realiza la ceremonia de entrega del premio el 10 de diciembre. Ese día el rey de Suecia entrega la medalla, el certificado y un cheque por algo más de un millón de dólares.
Nuestro buen Dios ha reservado un asombroso premio para cada uno de nosotros. Y ese premio lo recibirán tanto los que estén vivos cuando él regrese por segunda vez como los muertos. La Fundación Nobel no puede resucitar a Gandhi para entregarle el bien merecido Nobel de la Paz, pero nuestro poderoso Dios resucitará a todos los que vayan a recibir el galardón celestial. Así que sea que vivamos o que muramos el premio será nuestro.
Pablo, consciente de que en breve sería ejecutado, expresó su confianza en el galardón divino cuando escribió: “Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Tim. 4:8). Fíjate en la seguridad del apóstol: “Me está reservada la corona”. El vocablo griego apokeimai, traducido aquí como “reservada”, se usaba en documentos de la época para aludir a un producto que ya había sido puesto en buen recaudo, que “ha sido guardado en la tienda” para uno.¹³⁹
Nuestro galardón espera por nosotros, ya Dios lo tiene separado.
139 Ethelbert W. Bullinger, A Critical Lexicon and Concordance to the English and Greek New Testament (Londres: Longmans, Green, & Co., 1908), p. 60.