Matutina para Adultos, Jueves 22 de Julio de 2021

Matutina para Adultos, Jueves 22 de Julio de 2021

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Imitadores

“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados” (Efesios 5:1).

En Efesios 5, el apóstol Pablo ofrece siete sabios consejos:

1. Seamos imitadores de Dios, viviendo en amor y sacrificio en favor del prójimo.

2. Huyamos de toda inmoralidad sexual; porque quien no abandone la impureza no participará en el Reino de Dios.

3. Cuidemos nuestras palabras; que sean siempre para curar y no para lastimar.

4. Vivamos como hijos de la luz, practicando la bondad, la justicia y la verdad.

5. Usemos el tiempo de manera sabia, sin perder el tiempo. 

6. Huyamos de las bebidas alcohólicas.

7. Que el marido ame a su esposa; y que la esposa ame a su marido.

Pablo nos dice que tenemos que imitar a Dios en amor y sacrificio en favor de los demás.

El mensaje adventista en Sudamérica se introdujo porque Jorge Riffel renunció a sus comodidades y amistades en Estados Unidos, y priorizo la difusión del evangelio y la salvación de sus antiguos conocidos y de tantos desconocidos. Su misión y su convicción se vieron fortalecidas por el apoyo de tres familias que también dejaron todo, y viajaron con él: las familias Frick, Yanke y Zimmermann. 

El Pr. Rolando Bernhardt Hetze, descendiente de pioneros, cuenta en el libro Crespo, iglesia madre, que años más tarde, cuando Juan Riffel en una sesión de la Asociación General se refería a su abuelo Jorge, lo hizo mencionando tres características de él: su espíritu de oración y amor por las reuniones, su espíritu misionero y su espíritu de generosidad. 

Jorge tenía un lugar especial donde pasaba mucho tiempo en oración. El gran tema era la misión: oraba por misioneros, por las personas para estudiar la Biblia, por conversiones y bautismos. 

El espíritu misionero y de generosidad no tenía límites. Ponía todo a disposición, realizaba largos viajes en sus carros a caballos para tener reuniones, visitar personas y compartir el evangelio. Regresaba muy tarde a la noche a su casa, para seguir cuidando de los animales y de las plantaciones de trigo. Sin embargo, la gran siembra era con la semilla del evangelio en el corazón de todos los vecinos. Tenía un fuego en su corazón que ardía y encendía nuevos fuegos.

Elena de White destacaba así la labor de los pioneros: “Los hombres experimentados y piadosos que iniciaron esta obra, que se negaron a sí mismos y no vacilaron en sacrificarlo todo por su éxito, ahora duermen en la tumba […]. Su pureza, su devoción, su abnegación y su unión vital con Dios constituyeron una bendición para la edificación de la obra” (Mensajes selectos, t. 2, p. 245).

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