Matutina para Adultos | Lunes 14 de Agosto de 2023 | “Cristo me fortalece”

Matutina para Adultos | Lunes 14 de Agosto de 2023 | “Cristo me fortalece”

“Cristo me fortalece”

“A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13, DHH).

Mientras esperábamos el almuerzo, un amigo me contó parte de su lucha contra su adicción a la cerveza. En un momento de la conversación me dijo: “La gente puede creerme o no, pero esta es la verdad respecto a cómo dejé de tomar cerveza. Un día acudí a Dios y le dije: ‘Señor, por favor, quítame el gusto por la cerveza’. Desde ese momento jamás volví a tomar cerveza. Jesús me libró de esa adicción”.

Es un hecho casi axiomático que todos somos adictos. ¿Adictos a qué? Al trabajo, al sexo, a los juegos, al poder, al café, a los teléfonos celulares, a la televisión, a las compras, a que los demás nos acepten, al ejercicio… Todos lidiamos con adicciones cotidianas; negarlo sería mentirnos a nosotros mismos. Pero, ¿qué es un adicto? El Diccionario de la Lengua Española dice que un adicto es una persona que “está dominada por el uso de alguna droga, o por la afición desmedida a ciertos juegos”.¹⁵¹ Desde esa perspectiva, la adicción es como una especie de pequeño dios que nos controla, es decir, que impone su implacable dominio sobre nosotros.

Sea cual sea la adicción cotidiana que ha estado destruyendo nuestra vida y la de quienes nos rodean, es bueno saber que podemos alcanzar la victoria sobre ella. Para lograrlo, necesitamos hacer lo que hizo mi amigo: (1) recurrir al poder divino y (2) usar sabiamente el dominio propio. Quizás estés pensando: Ese es mi problema, que no tengo dominio propio. No te preocupes. El dominio propio no es una virtud inherente a nuestra condición humana, puesto que por naturaleza somos proclives a los excesos. El dominio propio es un regalo que viene de Dios. Lee con atención lo que dice el apóstol: “Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Tim. 1:7, NVI). Si lo que necesitas es poder para dominar tus adicciones (y que no sean ellas las que te dominen a ti), ¡búscalo en Jesús,;él te lo dará!

Aunque las adicciones nos hacen creer que nos elevan, nos alzan, en realidad nos hunden en un profundo abismo. No sigamos empeñados en complacer ese anhelo fatal; no insistamos en creer lo que ya sabemos que es una vil mentira. Aferrémonos a esta maravillosa promesa: “A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13, DHH).

151 Vigésima segunda edición (Madrid: España, 2001).

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