Matutina para Adultos | Lunes 21 de Abril de 2025 | Hijos del trueno

Matutina para Adultos | Lunes 21 de Abril de 2025 | Hijos del trueno

Hijos del trueno

«[También escogió] a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan, hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, es decir, “Hijos del trueno”» (Marcos 3: 17).

Sabemos por los Evangelios que Jacobo (o Santiago) y Juan eran hijos de Zebedeo, un empresario de la pesca en el lago de Tiberíades, que disponía de otros jornaleros (ver Mar. 1: 20). Sin duda estos jóvenes se habían criado con la idea de heredar un día el negocio familiar. Su madre, como tantas otras, tenía planes mucho más ambiciosos para ellos. Al ver que sus hijos querían abandonar definitivamente la empresa familiar para seguir al que muchos veían como el futuro rey de Israel, hizo todo lo que pudo para convencer a Jesús de que sus chicos eran capaces de asumir puestos de gran relevancia en el reino venidero, un honor para el que se sentían plenamente preparados (ver Mat. 20: 20-23).

Estos jóvenes apuntaban tan alto que un día intentaron demostrar su celo y sus capacidades de asumir responsabilidades de mando. Indignados porque un pueblo de samaritanos se negó a albergarlos una noche, le dijeron a Jesús: «¿Quieres que hagamos caer fuego del cielo y los consuma a todos?» (ver Luc. 9: 52-54). Para ellos el reino de los cielos tendría que imponerse por la fuerza, a sangre y fuego, si hiciera falta. No habían entendido todavía, y Jesús los reprendió por ello, que el reinado de Dios se propone por la vía del servicio. Y desde entonces, el Maestro les puso el apodo de Boanerges, «Hijos del trueno» (Mar. 3: 17).

Entre los seguidores de Jesús siguen habiendo «hijos del trueno». Cristianos que siempre están listos para imponer a sus hermanos, a la fuerza si hace falta, las reglas de su manera de entender el reino de Dios. Celosos lugartenientes de la disciplina, para los que la defensa de «la causa» es más importante que la salvación de «los encausados». Empeñados en purificar la iglesia, no con rayos de fuego, pero con medidas de radiación igualmente fulminantes.

Sin duda, como a Santiago y Juan, Jesús desea recordarnos a todos los Boanerges modernos que él no desea que impongamos a nadie nuestras visiones beligerantes del evangelio, sino que compartamos su amor con todos. Como acabaron haciendo, gracias al poder divino, ambos hermanos. Santiago murió mártir, hacia el año 42 de nuestra era. Y su hermano Juan, por su parte, comprendió por fin que el que dice que ama a Dios mientras odia a su hermano «es mentiroso» (1 Juan 4: 19-20).

Señor, si los primeros Boanerges obtuvieron tu misericordia y ayuda para aprender a amar a quienes no les gustaban, inspírame también a mí y dame tu amor.

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