Matutina para Adultos | Lunes 23 de Diciembre de 2024 | El Dios que estableció la ley del perdón

Matutina para Adultos | Lunes 23 de Diciembre de 2024 | El Dios que estableció la ley del perdón

El Dios que estableció la ley del perdón

“No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete” (Mateo 18:22).

Dave Hagler, árbitro en una liga de beisbol recreativo, fue detenido por conducir demasiado deprisa en la nieve. Al ver que el policía iba a ponerle una multa, Dave hizo todo lo que pudo para convencerlo de que lo perdonara (le mencionó que normalmente conducía con prudencia y que si lo multaba le aumentaría el precio del seguro), pero no tuvo éxito. El agente le indicó que, si no le agradaba la multa, podía ir a los tribunales.

En el primer juego de la siguiente temporada de beisbol, Dave estaba arbitrando detrás de los bateadores cuando vio que el primero en llegar a batear era el policía que lo había multado. Cuando estuvieron uno frente al otro, se hizo un largo silencio, tras el cual el agente preguntó:

–¿Cómo le fue con lo de la multa?

–Más le vale que le tire a dar a todo lo que lance el pitcher –le respondió Hagler.

Esta anécdota nos recuerda que, cuando nos hieren u ofenden, el recurso que solemos usar es la venganza. Pero la venganza, aunque parece tener un sabor dulce, tiene efectos amargos. La instrucción que tenemos de Dios para hacer frente a pleitos, desacuerdos, ofensas y daños irreparables que nos causen los demás está bien sintetizada en Colosenses 3:12 y 13: “Vístanse de entrañable compasión, de benignidad, humildad, mansedumbre y tolerancia. Sopórtense y perdónense unos a otros, si alguno tuviera queja del otro. De la manera que Cristo los perdonó, así también perdónense mutuamente ustedes”.

Así que, Dios pide, en primer lugar, que nos soportemos. La palabra griega que se ha traducido como “soportar” significa tener disposición a cargar con las faltas de quienes nos causan irritación. Ahora bien, ¿qué hacer si alguien te traiciona, te daña o te hiere de una forma inexcusable? Para esos casos Dios no te pide que lo soportes, sino que lo perdones. Es difícil, pero es el plan de Dios para darnos una vida distinta a la que teníamos cuando estábamos muertos en delitos y pecados.

Pocas veces podemos ser más semejantes a Dios que cuando perdonamos sinceramente y de corazón. Sin perdonar, sencillamente no se puede vivir en este mundo, no se puede tener una buena familia, no pueden convivir las naciones, y nunca podríamos experimentar el perdón de Dios. Él mismo nos enseñó a orar pidiendo a Dios que nos perdone, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden (lee Mat. 6:12).

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