“Vivificar el corazón de los quebrantados”
“Habito también con el quebrantado y humilde de espíritu, para reavivar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados” (Isaías 57:15).
La entrada del pecado a nuestro mundo introdujo una nueva palabra al vocabulario humano: dolor. La mujer tendría dolor al dar a luz a sus hijos; el hombre experimentaría dolor hasta para comer. El dolor se infiltraría en la vida de todos; no haría discriminación por raza, sexo o condición social (Gén. 3:16, 17). Job se lamentaba de haber “recibido meses de desengaño y noches de sufrimiento” (Job 7:3). Y esto no se limita a lo físico; por ejemplo, Nehemías, a pesar de tener un buen estado de salud, tenía un “quebranto de corazón” (Neh. 2:2).
Quizás esa ha sido tu experiencia a lo largo de este año. Meses de dolor, de angustia, de oscuridad, de corazón partido en mil pedazos… Meses que te han arrebatado el sentido de la vida. No obstante, piensa en la respuesta a esta pregunta: ¿acaso no podrían ser meses en los que el dolor te hizo más fuerte? ¿No podrían esas noches oscuras ayudarte a construir una base más solida para tu vida y tu fe?
Brianna Wiest escribió una declaración que nos ayuda a poner en perspectiva el valor del dolor para nuestra vida: “Es un fenómeno del cual tanta gente habla pero tan pocos pueden explicar del todo: el catalizador que te rompe en pedazos dejándote totalmente expuesto; el fondo sobre el cual, después de haberlo tocado, construyes el resto de tu preciosa vida. Ese sufrimiento que, de alguna manera, resultó tan crucial que te sientes agradecido de haberlo experimentado una vez ya todo pasó, una vez ya todo está dicho y hecho”.²⁰⁸ ¿Acaso podemos ver el dolor como un catalizador? ¿Podría el dolor estimular en cada uno de nosotros un proceso de desarrollo y crecimiento? Esa es la propuesta de Wiest.
En un precioso pasaje bíblico, el Señor se compromete a “vivificar el corazón de los quebrantados” (Isa. 57:15). ¿Tienes el corazón quebrantado a causa de tu dolor? Pues hoy, el Alto y Sublime quiere consolarte, desea sanarte, anhela infundir una nueva vida a ese corazón triste.
Por más conmovedora que sea tu tragedia, cuando Dios vivifica un corazón quebrantado siempre se abre un espacio, un momento, que te hace recordar que tras ese trago amargo vendrá un motivo de inmensa gratitud.
208 Brianna Wiest, 101 Essays that will change the way you think (Brooklyn, Nueva York: Thought Catalog Books, 2017), p. 299.