Matutina para Adultos | Lunes 31 de Marzo de 2025 | Servir hasta el fin

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Servir hasta el fin

«Me es necesario hacer las obras del que me envió, mientras dura el día; la noche viene, cuando nadie puede trabajar» (Juan 9: 4).

Wilma Gramkow nació en Hamburgo (Alemania). Tras ser misionera en África y Oriente Medio, completó su vida de servicio en su país como preceptora de chicas en el Colegio Adventista de Marienhöhe, en Darmstadt. Su interés por servir mejor la llevó a graduarse de una maestría en Educación cuando ya tenía 53 años, siendo aceptada como estudiante de doctorado en la renombrada Universidad de Hamburgo.

Su tema de investigación sobre nuevas ideas metodológicas para la enseñanza del alemán a extranjeros atrajo el interés de las Naciones Unidas y del prestigioso Instituto Herder para varios proyectos de la UNESCO.

Al jubilarse aceptó ser anciana de la iglesia adventista de Lucerna y poco después le detectaron un cáncer. Sin embargo, bajo los cuidados de su hija Anja, Wilma continuó sirviendo a la iglesia e investigando para su tesis, hasta que en junio de 2006 fue ingresada en un hospital especializado. Para entonces ya había completado su tesis doctoral y había enviado el manuscrito final a su director.

En esa época yo vivía en Berna, muy cerca de Lucerna, en Suiza, y trabajaba para el Departamento de Educación de la División Euroafricana. Fue así como conocí su caso.

Dos meses después la Universidad de Hamburgo la citó para defender su tesis. Pero Wilma estaba hospitalizada a más de ochocientos kilómetros de distancia. Al explicar su situación, la universidad decidió desplazar a los profesores del jurado evaluador hasta el hospital donde estaba internada y organizar allí mismo la defensa de su tesis. Era la primera vez en la historia de la Universidad de Hamburgo que se defendía una tesis fuera de sus aulas. Y así fue como, tras una defensa única en su género, la tarde del viernes 10 de noviembre de 2006 los profesores de la Universidad de Hamburgo felicitaban a la nueva doctora Wilma Gramkow.

Al día siguiente, familiares y amigos compartíamos con ella su felicidad. Este es el testimonio de su hija Anja: «Mi mamá está muy débil y sabe que no le queda mucho tiempo. Pero está muy feliz por haber completado su doctorado. Su objetivo era seguir trabajando en proyectos educativos. Eso no va a ser posible, pero le cabe el gozo de saber que su trabajo va a servir a muchos docentes».

El 29 de ese mismo mes la doctora Wilma Gramkow descansaba en paz. Tenía 72 años. Puedo confirmar personalmente que Wilma había vivido una vida plena y que terminó su carrera no solo con gozo sino, además, cum laude.

Señor, que nada me sirva de pretexto para dejar de servir.

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