“Los días de tu luto se habrán cumplido”
“No se pondrá jamás tu sol ni menguará tu luna, porque Jehová te será por luz eterna y los días de tu luto se habrán cumplido” (Isaías 60:20).
Esa mañana entré a la habitación de mi madre moribunda y me estremecía oír cómo su respiración se aferraba a una vida que irremisiblemente había llegado a su final. Estando yo solo junto a ella, y con el alma partida en mil pedazos, le dije: “Mami, no te preocupes. Nosotros estaremos bien. Ya tú cumpliste con tu obra. Descansa en paz”. Minutos después, su corazón se detuvo y murió.
Ese día todos sufrimos una gran pérdida: mi papá perdió a su amada esposa; mis hermanos perdieron a la mejor mamá; otros perdieron a su noble abuela, a su hermana, a su amiga… y yo perdí todo eso y mucho más. Perdí a la que sobrellevaba en oración el peso de mis errores y de mis responsabilidades. Todo lo que había llegado a ser hasta ese momento se lo debía a las oraciones de mi madre. Hay momentos en los que ni siquiera yo oro por mí mismo; pero siempre estaba seguro de que mi madre nunca dejaba de orar por mí. Y me lo reiteraba cada vez que hablábamos: “Hijo mío, yo no me canso de orar por ti, te llevo colgado en el alma, y siempre le pido a Dios que te libre de todo lo malo”.
Han pasado cinco años, pero la muerte de mi madre sigue llenando mi vida de luto. El dolor generado por su partida sigue ahí, vivo, intenso, insuperable. Lloro cuando pienso en ella, cuando recuerdo su voz, cuando me llama en mis sueños… Nuestra despedida se repite una y otra vez en mi memoria como una película imborrable; sin embargo, mis lágrimas suelen estar acompañas de una agradable sensación de paz, de una esperanza inquebrantable de que nos reuniremos cuando el Señor toque la trompeta. Me sostiene saber que muy pronto Dios cumplirá su promesa: “No se pondrá jamás tu sol ni menguará tu luna, porque Jehová te será por luz eterna y los días de tu luto se habrán cumplido” (Isa. 60:20).
Sí, se aproxima el día en que acabará mi luto y serán oídas estas palabras: “¡Despertad y cantad, moradores del polvo!, porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra entregará sus muertos” (Isa. 26:19). Lo mismo sucederá con tu luto: tiene los días contados.