El Dios fuerte y celoso
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza” (Éxodo 20:4).
¿Qué opinas del hombre o la mujer a quien, estando casado, le gusta conservar y contemplar de vez en cuando fotografías y cartas de alguna relación pasada? ¿Crees que es una respuesta satisfactoria decir que lo hace porque lo ayuda a mantener su relación actual más viva? Seguramente este argumento te parece inadmisible o incluso enfermizo, al igual que me lo parece a mí; lo más extraño es que llegamos a pensar que esto que no se puede aceptar en una relación de pareja, sí lo podemos hacer con Dios, y creyendo que no pasa nada. Con esta mentalidad demostramos tener poco conocimiento del carácter del Creador. Para ayudarnos a salir de esa ignorancia, tenemos el segundo mandamiento.
En el segundo mandamiento, Dios nos está diciendo: “Hijo, hija, tú y yo tenemos una relación de amor. El amor que te tengo es fuerte; para mí eres lo más importante, por eso quiero recibir ese mismo amor de tu parte. Esta es la razón por la que no quiero que te estés haciendo en tu mente imágenes, ni estés guardando cuadros o representaciones de cosas o personas ajenas a mí. Esto no es saludable ni correcto porque yo soy celoso. Quiero que nuestra relación sea exclusiva y que pueda permanecer en el tiempo”. El segundo Mandamiento nos muestra un retrato del Dios que ama y quiere ser amado con reciprocidad y exclusividad.
“Solo la Palabra de Dios brinda una imagen precisa de quién es él y qué es lo que ha hecho por nosotros”, y es a través de ella que somos “llamados a ser fieles en forma exclusiva a Dios”.1 Deja esas imágenes, ya sea que las tengas de manera física o las estés formando en tu mente, y deléitate solo en Dios, así como él se deleita en ti.
Dios no quiere que terminemos convirtiendo cosa alguna de este mundo (riquezas, fama, popularidad, apariencias, cargo, poder) en imágenes de lo ideal o deseable. ¿Por qué? Porque entonces esas imágenes estarían ocupando en nuestra vida el lugar que solo le corresponde a Dios, y estaríamos cayendo en el pecado de la idolatría. Aun cuando estas imágenes puedan tener un componente religioso o espiritual, Dios dice a sus hijos: “Nuestra relación es personal, directa y real, no me busques a través de ninguna otra cosa, ven directamente a mí y estemos a cuentas. Confía en que yo te amo, y estoy esperando por ti para ser tu Dios, único y exclusivo”.
¿Qué le respondes?
1 Comentario bíblico de Andrews, t. 1, nota a Éxodo 20:4.