Lengua conectada al corazón
“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29).
En algunos países se usa una expresión popular: “Tiene conectada la lengua con el pie, porque cada vez que habla mete la pata”. Esto implica un mal hablar sincronizado con un mal proceder.
En el texto de hoy, Pablo dice: Ninguna palabra corrompida (es decir algo echado a perder, sin valor o que huele mal) salga de tu boca. La palabra no se origina en la boca. Jesús mismo dijo que de la abundancia del corazón habla la boca (Mat. 12:34). La gracia de Cristo cambia todo el ser, incluso nuestra manera de hablar.
El pecador tiene una boca cerrada respecto de Dios. El creyente tiene una boca abierta, que alaba y glorifica a Dios, y testifica de él.Pablo sabía esto por experiencia propia: de respirar amenazas y muerte contra los cristianos a abrir su boca para publicar claramente la salvación en Cristo. Pasamos de palabras podridas, que enferman y matan, a palabras maduras, que sanan y vivifican.
A Pedro lo identificaron como discípulo, y tuvo que maldecir y proferir palabras para mostrar que no tenía nada que ver con el Crucificado.
Pensar es meditar, orar y comunicarse con Dios. Observar es estar atentos a los acontecimientos que suceden tanto en el mundo como en la región y su relación con las profecías de la Biblia. Escuchar es prestar atención a lo que Dios dice a través de su Palabra. Esto nos permite entender, comprender, y nos habilita para hablar con sentido y significado. Recién entonces estamos en condiciones de hablar, con contenido, ciencia, mente y corazón.
El remedio es que el corazón esté lleno del amor de Cristo. Las palabras tienen poder, ya sea para bien o para mal. Pablo afirma que hablemos de tal forma que lo que digamos edifique a otros.
Con Cristo, nuestro hablar puede curar antes que herir, bendecir en vez de maldecir, construir en lugar de destruir, consolar antes que acusar. Habla siempre palabras de vida, conecta tu corazón con el corazón de Dios; y tu lengua, con tu corazón.
Gracias a Dios por este bello mensaje