“Serán verdaderamente libres”
“Si el Hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente libres” (Juan 8:36, DHH).
En la película estadounidense Sueño de fuga, Brooks Hadlin, un hombre que se encuentra en la cárcel por estafador, se llena de ira, toma un cuchillo y, con él en la mano, amenaza con quitarle la vida a otro compañero de prisión. ¿Por qué trata Brooks de degollar a otro preso? La respuesta es completamente ilógica: ¡Porque acaba de recibir la noticia de que su libertad condicional ha sido aprobada y va a quedar libre inmediatamente! ¿Cómo es posible que una persona que ha nacido para ser libre, ahora tenga miedo de disfrutar su libertad?
Brooks es libre, pero prefiere cometer un asesinato para que no lo dejen salir del lugar donde ha vivido los últimos cincuenta años de su vida. Algunos de los presos consideran que está loco; pero Red, el personaje interpretado por Morgan Freeman, explica lo que está pasando: “Brooks no está loco, solo está institucionalizado. Ha estado aquí durante cincuenta años. ¡Cincuenta años! Esto es todo lo que conoce. Aquí es un hombre importante, educado. Fuera de aquí no es nada”.
Un hecho innegable es que todos nosotros hemos caído en la esclavitud del pecado. Pedro habla de que somos “esclavos de corrupción, pues el que es vencido por alguno es esclavo del que lo venció” (2 Ped. 2:19). Pero también es un hecho irrefutable que Jesús vino al mundo “a poner en libertad a los oprimidos” (Luc. 4:18, DHH). El mismo Lucas explica que se refiere a “todos los oprimidos por el diablo” (Hech. 10:38). Así como todos hemos caído en las cadenas del pecado, también todos podemos ser libres en Cristo Jesús. Fíjate en lo que dice Pablo: “Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud” (Gál. 5:1, DHH). Sin embargo, a veces preferimos la familiaridad de lo conocido (aunque implique vivir en una cárcel) que los sacrificios que pueda implicar lo desconocido.
¿Será que alguno de nosotros prefiere, como Brooks, rechazar la libertad que Cristo nos ofrece? ¿Acaso tenemos miedo de salir del yugo del pecado, de la costumbre pecaminosa, del vicio que nos esclaviza con hábitos que no queremos dejar atrás?
El Señor nos ha abierto un camino de libertad. “Si el Hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente libres” (Juan 8:36, DHH). ¿Rechazaremos la genuina libertad o la aceptaremos, comenzando una vida distinta?
Ser libre en Cristo es lo mejor, la importancia de este mundo es vana.