A Dios no se le puede exigir
“Y Jesús respondió: Dicho está: ‘No tentarás al Señor tu Dios’ “ (Lucas 4:12).
Tentar a Dios es intentar hacerle actuar de una manera determinada, beneficiosa para uno (en opinión de uno mismo), en vez de confiar en la sabiduría divina. Esto, no debemos hacerlo.
Jesús, en el pasaje de hoy, se hace eco de una situación del Antiguo Testamento en que el pueblo de Israel intentó tentar a Dios. Acababan de llegar al desierto de “Refidim, y no había agua para el pueblo” (Éxo. 17:1), y los israelitas exigieron a Moisés que les diera agua. “Moisés les dijo: […] ¿Por qué tientan al Señor?” (vers. 2). Estaban tentando a Dios porque le estaban exigiendo que demostrara su poder en beneficio de la necesidad de ellos, en vez de confiar en que él proveería como había hecho desde que los había liberado de la esclavitud.
Satanás intentó colocar a Jesús en una situación donde se viera en necesidad de tentar a Dios a que hiciera un milagro en su favor. Pero echarse abajo desde la parte más alta del Templo no tenía nada que ver con la misión que Jesús había venido a cumplir. De hecho, Satanás fue tan descarado que le pidió que lo hiciera para probar si era el Hijo de Dios. Pero Jesús había escuchado a su Padre durante su bautismo, diciendo que él era su Hijo amado. Jesús no necesitaba exigir a Dios otra prueba de ello mediante una intervención milagrosa a su favor. Solo debía creer que el Padre le había trazado un camino y lo acompañaría en su misión. Y tú, ¿tienes esa confianza en Dios, o aún lo tientas para que actúe en tu vida de ciertas maneras, y si no lo hace, lo tomas como evidencia para dejar de creer?
Jesús, al negarse a actuar como los israelitas en el desierto, nos está diciendo que no podemos forzar a Dios a hacer nada. Entonces, ¿por qué intentarlo? Nuestra parte es tener fe. Dios nos ha dado todas las evidencias que necesitamos para creer, si queremos aceptarlas. Él ha mostrado también que su gracia y su poder están disponibles para ayudarnos. Lo que pasó en la Cruz es la evidencia más contundente que tenemos de quién es Dios y de lo que está dispuesto a hacer por nosotros.
Solo el que no cree exige pruebas. Por eso, si conocemos bien a Dios, nunca nos colocaremos en una situación en la que dependamos de un milagro suyo para impedir los resultados de un necio accionar nuestro. No tentarás al Señor tu Dios.
Es solo esperar y confiar!