Solo Dios sacia nuestra sed
“El que tiene sed, venga. El que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida” (Apocalipsis 22:17).
El famoso teólogo y autor C. S. Lewis explicó alguna vez su experiencia de conversión, que fue el resultado de lo que él llamó “el seguimiento de los anhelos hasta su propia fuente”. Para él, ese anhelo de algo mejor que reconocía en su interior no era más que el eco que anunciaba el perfecto mundo que estaba por venir. Esa constante sed de algo mejor que todo lo que este mundo puede dar es una experiencia que sentimos todos. Cada uno de nosotros, dentro de nuestras circunstancias particulares, estamos siempre buscando saciar una sed profunda que no queda satisfecha con logros personales ni con adquisiciones materiales, que una vez saciados, siempre nos piden más.
Si nos fijamos bien en el texto de hoy podremos reconocer a Dios mostrándonos que esta sed es, sobre todo, una de tantas influencias, visibles o invisibles, que él mismo está usando para llamar nuestra atención. Con esta sed, Dios espera que escuchemos un eco de su voz hablando a nuestro corazón para que vayamos a saciarla a la verdadera Fuente inagotable.
La sed del agua de la vida nos lleva a Dios, porque antes o después nos damos cuenta de que no podemos saciarla bebiendo en las cisternas rotas de este mundo. Dios se declara aquí como el único capaz de saciarnos, y por eso nos invita a ir a él. Es Dios quien nos aclara que esa sed, esa necesidad o sensación de que algo nos falta, no la debemos confundir con una sed por los placeres. Las cosas de este mundo no pueden satisfacer los anhelos del alma.
Tal como nos aclara el texto de hoy, nuestra sed más profunda es una sed del “agua de la vida”. Aun cuando no podamos explicarlo, Dios ha puesto en nosotros una necesidad natural de estar con él; si no nos resistimos a su invitación, y si permitimos que nos alcance su gracia, sentiremos que él nos sacia completamente. Por eso, muchos que entregan su vida a Dios, pronto comienzan a preguntarse: “¿Por qué no lo hice antes?”
Dios se retrata para nosotros como la Fuente del agua de la vida que está constantemente abierta para que vayamos a saciar nuestra sed más profunda. Es necesario que reconozcamos que seguimos viviendo con una sed que no hemos podido encontrar dónde saciar. Dios nos dice que nuestra parte es ir a él y beber gratuitamente. Hoy es un buen día para ir a Dios y tomar del agua de la vida que sacia toda sed.
Maravilloso mensaje. Nada en este mundo puede saciarnos si no es el agua de la vida que nuestro DIOS nos ofrece gratuitamente. Un abrazo desde nuestra isla bonita (Iquitos-Péru).